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Cuando una persona viaja, lo lógico es que lo haga con cierto aperturismo y con el objetivo de enriquecerse personalmente; bien sea a nivel cultural, en la consecución de nuevas amistades o en cualquier otro aspecto que, al final de nuestro viaje, nos haga darnos cuenta de los grande que es el mundo y de lo mucho que nos queda por descubrir. Las diferencias y problemas de comunicación debido al uso de un idioma distinto al nuestro no deberían sino animarnos a aprender y a hacer todo lo posible para conseguir socializarnos; como igualmente creo nefasta la crítica fácil, la idea de que lo de aquí es mejor que lo del resto; y la nula capacidad de admitir o aceptar que nuestro lugar de procedencia o forma de ser posee asimismo cuestiones negativas que pueden llevar a pensar a quienes nos rodean que aún necesitamos un gran trabajo en cuanto a apertura mental. No se puede andar por este mundo con actitud egoísta y soberbia, que no hace más que demostrar la falta de educación y la inexistente capacidad de manejo de aquellos que deberían corregir dichos caracteres. Sería útil que todos lo tuviéramos en cuenta para aplicarlo en aquellas ocasiones en las que se salga de la Isla.