TW
0

El pasado 1 de abril la República de Austria daba un ejemplo de ecuanimidad y respeto hacia su historia nacional y la de Europa entera al celebrarse las exequias de Otto de Habsburgo, representante de una famosa dinastía en la que han figurado personas de tan innegable calidad humana y trascendencia histórica como el emperador Carlos V de Alemania y I de España, y otros muchos personajes históricos de relieve dentro de la historia europea y mundial.

Otto de Habsburgo nunca ciñó la corona de sus antepasados, antes bien hizo el sacrificio de renunciar a la posibilidad de reivindicar sus derechos dinásticos. Obró así llevado de la convicción de que esto era lo mejor para su patria de origen, que abarcaba varias naciones, especialmente las de Austria y Hungría, y para el bien de toda Europa, de cuyo proyecto de unidad fue un muy lúcido y convencido promotor.

El origen de esta lucidez de espíritu y de sus firmes convicciones cristianas, que no pueden separarse de la fidelidad a las auténticas raíces europeas, proviene sin duda de los ejemplos imborrables que en el seno de su familia dejó bien grabados su padre, el último emperador de Austria y rey de Hungría, quien el 30 de diciembre de 1916 ciñó la famosa corona de San Esteban, este santo que fue llamado «rey apostólico» porque contribuyó en gran manera a la recepción del cristianismo por el pueblo húngaro.

El padre de Otto de Habsburgo y de sus siete hermanos falleció en la población de Funchal de las islas de Madeira en 1922, y fue un varón tan conspicuo por su vida santa y por la heroicidad de sus virtudes que mereció ser elevado al honor de los altares, siendo beatificado por Juan Pablo II el 3 de octubre de 2004. Fue un decidido promotor de paz en medio de los horrorosos trastornos de la primera guerra mundial. Rodolfo, hermano de Otto, decía que su padre "estuvo consagrado a la búsqueda de la paz", que no pudo lograrse, añadía, "por el absurdo encarnizamiento de los beligerantes".

Otto de Habsburgo, el hijo mayor, contaba sólo nueve años al morir su padre en el destierro, pero el ejemplo paterno no se borró nunca de su mente y en la misma línea continuó su educación por obra de su madre la emperatriz Zita de la familia Borbón-Parma, la cual confió la formación del heredero a escogidos profesores de Austria y Hungría, entre ellos uno monjes de la abadía benedictina húngara de Pannonhalma.

Influyó también en la educación de Otto su permanencia es España gracias a la intervención del rey Alfonso XIII quien, después de la muerte de Carlos de Habsburgo, envió un buque a Madeira para liberar a la familia del último emperador del estado de necesidad y desamparo en que se encontraba. Durante toda su vida Otto mantendría bastante relación con los españoles, pasando largas temporadas en nuestra nación. Conocía bastante bien el castellano y la mentalidad del pueblo español.

En el largo proceso de búsqueda de la unidad europea destacaron la firmeza de convicciones y la lucidez mental de Otto de Habsburgo. El destierro que también él, como su padre, hubo de padecer, la decisión de no dejarse atraer por las malévolas sugestiones de Hitler y su firmeza frente a las cruelísimas injusticias el régimen soviético sustentaron los primeros proyectos de una Europa unida, cuyas bases no pueden prescindir de los principios de la ley natural, de las raíces católicas de la civilización europea y de las exigencias de un compromiso común, no fundado sobre el mercantilismo, sino sobre una solidaridad justa y eficiente. Memorable fue su discurso de 1981 contra el aborto, como totalmente contrario a la conciencia moral que había de caracterizar a la Eurocámara.
Es un hecho constatado que Otto de Habsburgo ha sido confidente de todos los papas, desde Pío XII a Benedicto XVI. Y otra faceta muy remarcable es la educación que supo dar a sus siete hijos, marcada por la austeridad de vida, el esfuerzo del trabajo y la fidelidad a la fe cristiana, haciéndoles además comprende que les convenía absolutamente no aparecer en los montajes de las revistas del corazón.

También son muy valiosos diversos libros que escribió especialmente sobre los destinos de Europa, entre ellos un ensayo dedicado a la figura de Carlos V, poniendo de relieve la importancia de conocer bien los ideales y las concepciones en que el gran emperador basaba sus ideales del Imperio germánico como un elemento determinante de la Cristiandad europea.

Hungría agradece vivamente a Otto de Habsburgo su intervención a fin de que el presidente de Estados Unidos devolviera al Parlamento húngaro la corona de San Esteban, cuyo simbolismo marca los ideales de esta noble nación. Se comprende que por sus disposiciones testamentarias, el cuerpo del tan augusto personalidad repose en la capilla sepulcral de la iglesia de los Capuchinos de Viena, en donde están sepultados diversos antepasados suyos; pero que su corazón, una vez extraído de su cadáver fuera llevado a la mencionada abadía benedictina de Pannonhalma, situada a unos cien kilómetros de Budapest, cuyos monjes habían contribuido a su formación y le habían instruido en la lengua y la historia del pueblo de Hungría, nación que ahora está resurgiendo visiblemente consciente de sus orígenes, después de una prolongada dominación soviética.

¡Ojalá que en la hora actual Europa se haga consciente de que su situación de peligro no proviene de más allá de sus fronteras, sino de "la dictadura del relativismo" que anida en los entresijos de sus propios idearios en los que se deja de reconocer su auténtica identidad!