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La vida de 12 millones de personas está en peligro en Kenia, Etiopía y Somalia. La persistente sequía que agosta el Cuerno de África unida a la guerra civil y el desgobierno que sufre el país somalí están provocando una hambruna a la que la comunidad internacional no está sabiendo dar la respuesta adecuada. La crisis alimentaria que sufre la región -y la que tiene atrapada a más de 1.000 millones de personas en todo el mundo, dos de ellos en España- es la verdadera crisis. El hambre es el auténtico drama y, sin embargo, pasa inadvertido para la mayoría de la población, acongojada por la abrumadora insistencia sobre la gravedad de las tensiones financieras de la zona euro, el déficit en Estados Unidos o Grecia, la insostenible deuda autonómica, el riesgo de turbulencias o las sentencias de las agencias de calificación; asustada por el azote del paro; distraída con nimiedades como las corbatas de sus señorías o el último fichaje. Y mientras cada día mueren en el mundo unas 25.000 personas -el 75 por ciento niños y niñas menores de cinco años- por causas relacionadas con el hambre. Urge volver a cambiar el orden de prioridades, comprometerse y exigir que todos los esfuerzos se encaminen a acabar con la verdadera crisis, la crisis realmente inaceptable.