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Como estoy de un humor excelente, he pensado en cambiar la foto que encabeza estos artículos. Se acabaron las caras de mala uva. Me asalta la intuición de que todo se va a solucionar rápidamente. Los sueños que muchos tenemos de devolver a Menorca el carisma y el sentido común, están más cerca de hacerse realidad.

¿O no? Por favor no me digan que son imaginaciones mías porque si así fuera me deprimo de nuevo y esta vez a lo bestia, pues si los nuevos inquilinos de los despachos del poder local resultaran ser también pusilánimes, descabellados o dejados como los salientes, tendría que esperar otros cuatro años para volver a tener esperanza, y esto sí constituiría en mi caso una tragedia, porque dudo que aguantase cuatro años más de frustración. Y no es porque sea demasiado viejuno; aún doy bastante el pego (desde que falleció mi abuela tuve que asumir en solitario la competencia de cultivar mi autoestima) pero es que me daría terrible pereza pensar en la posibilidad de continuar conviviendo con la castrante inercia en la que hemos sobrevivido estancados desde hace demasiado tiempo.

Hablando de inercias, me gustaría trasladar a la alcaldesa de Mahón un par de reflexiones:
Primera.- Hemos comprobado ya como en el centro de Mahón el impacto que un mínimo de iniciativa creativa produce es altamente positivo. De momento el centro es (los martes) un sitio irreconocible por su chispeante vida. ¿Por qué tal respuesta? Quizás porque la gente está hiperreceptiva al buen rollo y a la novedad. Desea tener algo divertido y nuevo que hacer. Recuérdese si no la fiesta del "Flower Power" de hace algunos años. Movilizó de tal manera al personal (realmente ilusionado por el evento) que fracasó precisamente por exceso de éxito, por superar la demanda las expectativas de los organizadores. Menorca tiene ganas de un poco de lío. No queremos ser Ibiza ni Mallorca, pero tampoco un mausoleo. Recuerdo al respecto algunas fiestas celebradas en Son Bou en los añorables ochenta que siguen dando que hablar. ¿Por qué no recuperar un poco de aquella alegría?

Segunda.- Le sugeriría que se incluyera al puerto en este nuevo plan dinamizador. El puerto de Mahón (para que se oriente quien no lo conozca) es una carretera con vocación de autovía a la que da electrizante vidilla una continua caravana de vehículos a motor de toda tipología. Se encuentra debajo de la ciudad y se puede acceder a él fundamentalmente a patita (si lo hace en coche tendrá que confiar en la suerte para aparcarlo). La vuelta (también a patita) resultará estimulante para el corazón (bastante más de cien escalones lo certifican). A uno de los flancos de los coches que tuvieron su momento de gloria y consiguieron aparcar, encontrará todavía algunas terrazas (varias han fallecido ya a pesar de la constante ayuda recibida desde las instituciones). Aunque no lo parezca, dichas terrazas se encuentran cerquísima del mar. De hecho durante los aproximadamente dos segundos que suelen transcurrir desde que un coche abandona su aparcamiento y otro ocupa la vacante (y si hay suerte de que no sea un momento de atasco) se pueden atisbar lo que parecen ser barcos amarrados. Se puede también optar por pasear por la otra acera. En este caso es posible observar el mar y los barcos con total claridad. No obstante el paseo no es quizás del todo agradable, debido a que lo que se gana por el lado del sentido de la vista se pierde por el del oído y el olfato. No, no es que haya niños alborotando y pescadores limpiando pescado en pictórica escena, pero disponemos por aquí abajo de un continuo trajinar de coches, motos, furgonetas y camiones arriba y abajo con sus pitidos, sus acelerones, sus humitos y en fin todo el kit que acompaña al alegre discurrir del tráfico rodado que ya conocen bien nuestros visitantes cuando pasean por sus ciudades de origen, a las que en estos momentos de relax no echarán de menos.

No es por meter prisa, pero por favor, no se demore mucho en empezar con las mejoras del puerto, que estamos a final de julio y ya sabe lo que pasa con las semanas. De pronto llegan las fiestas de Mahón y el pescado que no se haya vendido para entonces habrá que dárselo a los gatitos del fonducho.

Ya en confianza le diré también que apostaría triple contra sencillo a que proporcionar al puerto el ya mítico ascensor se encuentra en el orden de prioridades de la dirección del casino no lejos del puesto cuarenta y dos. De la misma forma que a usted le horrorizaría que su sueldo dependiese de una decisión discrecional del casino, a nosotros (vecinos, hosteleros y comerciantes del puerto) nos alarma que nuestra espera (ya de por sí alucinantemente prolongada) se alargue indefinidamente debido a la dependencia del criterio de alguien a quien lógicamente importamos un pepino (de los de antes). Sugiero pues que el Ayuntamiento instale el ascensor y luego pida cuentas al casino. Apuesto también a que la inversión no será superior al equivalente de unas pocas farolas (como las que nadie pidió pero se instalaron) y el beneficio para la comunidad multiplicará por cien la inversión hecha. Sabemos que éste es un asunto heredado, pero se ha convertido ahora en asunto suyo.