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Cae la bolsa, cae el ánimo, sube la indignación y con ella la impotencia de obreros, desempleados, jóvenes sin futuro, padres con hipotecas que cumplir observando en el talón de fondo del teatro de la vida, industriales y empresarios que han perdido todo, lo que se dice todo por el cual tanto habían arriesgado.

Las mujeres del talaiot de Trepucó, desde lo alto de la atalaya, vamos observando indignadas i amb es cabells de punta, la indiferencia que muestran, los responsables de la cosa, bailando en son caribeño, mezcla de salsa que put… La conga, del caruco, va y viene… i tant me fa… Mientras el pueblo desde el mismísimo patio de butacas, plateas i dalt es galliner, lloran el drama mundial, observando la crueldad del momento y la indignación del folletín de la obra escrita con renglones de perdidas de lo que se consiguió, gracias al esfuerzo personal, del sufrido pueblo y el lastimero recuerdo que provoca los despachos de los banqueros, díganle bancos, cajas, da lo mismo, auténticos usureros, haciendo firmar, papeles y más papeles sentencias de la cosa burocrática, valorando su casa, por cantidades desmesuradas. Que de dar la vuelta a la tortilla, si por cualquier causa no se puede devolver, baja la valoración, no es lo mismo de aquí a allá que de allá a aquí..

No intento dramatizar, soy realista, incluso tal vez demasiado pero no exagero. Las cosas son como son, eslabones de despropósitos, de auténticos Alí Babá y los 40 ladrones. Cuántas veces no hemos escuchado la vergüenza y a la vez incomprensión al ir a firmar en la notaria. Una firma equivale a un pastón. Y una se pregunta ¿por qué? Y, como dice el filatero, quién de ustedes me sabría explicar el motivo por el cual cuando alguien que tenía su casa, su terrenito o a su suegra hipotecada, tan pronto puede va y paga religiosamente al banquero, por llevar a cabo tal acción, para que en la hoja correspondiente del archivo quede limpio de polvo y paja, tenga que abonar cientos de miles de las antiguas pesetas. No les parece, señores dirigentes de la patria, que ya está bien de mantenir tanta gent.

Acaso no se ha rehecho la deuda, acaso no se ha tenido que rehacer por cantidades incomprensibles… qué más quieren. Ahogar al que intenta ahorrar, es este el premio que se le ofrece al trabajador… esteim ben arranjats. Anam guapos.

La charla mañanera en la tienda de comestibles de na cadireta coixa no tuvo desperdicio. Cada una de nosotras aportaba algo de que avergonzarse de las mal llamadas leyes. Menudos "tanocas" los que escribieron los mismos, y menudos bobos, los que aprobaron tal cúmulo de burundanga.

Durante la charla, una mujer que había llegado a media conversación situada de espaldas del armario de los productos de limpieza (en este caso buena falta hacen a las leyes españolas). Calladita, sin rechistar, ni abrir boca, vestidita de negro, con mirada ojerosa, atendía con la cabeza. Alguien le preguntó, a lo que tan solo respondió: "A todo ello se puede añadir el grave problema con que nos encontramos las viudas. Reafirmando. Las viudas españolas que por mucho que se nos intente explicar de què va la cosa no hay quien lo comprenda. Y mucho menos al escuchar la tele o leer la prensa, los sueldazos que manejan ministros, expresidentes, jugadores de fútbol"…

Me explico, por si alguno de ustedes puede encender la luz de la esperanza a miles de madres, abuelas, hermanas, cuñadas, primas, vecinas o sencillamente esta mujer que en estos momentos antes de ir a comprar el pan del día, remira y vuelve a mirar los pocos euros que se encuentran en su monedero, haciendo cuentas de cómo acabara el mes, pueda comprender del porque de su situación, su grave situación económica.

En los años sesenta se les propuso dejar la vida rural que por aquel entonces era l'amo de lloc para convertirse en un hombre urbano con todos sus prebendas.

Trabajaba durante la semana el horario establecido. Los sábados de 7 a 12, al finalizar pasaba por la cochería a modo de oficina del maestro, entregándole el sobre y hasta el lunes si Déu vol. ¿Quién de ustedes hubiera rehusado? Pocos, poquísimos, la oferta era muy tentadora. Teniendo en cuenta que los sábados por las tardes los domingos y festivos aprovechaba trabajando por su cuenta. Unos encalando por las casas, fent esperiments. Otros más aventajados en los trabajos se atrevían haciendo faenas que no precisaban de papeleo. Los ayuntamientos hacían la vista gorda, lo que privaba era que todos estuvieran ocupados. Y todo ello en la era franquista. No me extraña que aún hoy tantos abuelos le recen antes de ir a dormir.

Ella se colocó en las Sumadoras y por las noches planchaba ropa de almidón para una señora de la calle de Isabel II.

Paso el tiempo, llegándoles el momento de jubilarse con el alivio que tenían su casa pagada, sin lujos pero cómoda para su manera de vivir. Su nevera, su lavadora, el televisor y un cómodo sofá donde el esposo, después de comer se echaba adormilándose plácidamente mientras iba escuchando las noticias.

Comentarios que quitaban el sueño a muchos, pero ellos que muy pronto cumplirían los cincuenta años de matrimonio creían y estaban convencidos que después de haber hecho testamento, cargándoles a la libreta de ahorros luz, agua, seguros, funeraria, impuestos, la mutua, no debían nada a nadie, antes de llegar el euro, repartieron entre sus cuatro hijos quatre duros que tenien arreplegats. ¿Qué más podían desear…? res més.

Pero la vida es como es y mi relato no pretende ser una novela de la inolvidable Corín Tellado, que se amaban hasta la muerte y todo transcurría en un camino de flores. Hace pocos meses, él falleció.

Imagínense el disgusto, la pena y el dolor e impotencia de estos momentos de fuerte dolor de su viuda, que me relató su historia tal como explicado. La administración le ha hecho saber que percibirá el 52 % de la paga de su esposo, lógico, ell no hi és. Pero aquí viene el marro… De su paga, la que le abonan porque ella con anterioridad pagó religiosamente todos los meses de su vida laboral, se le descontará el 50 %... ¿Queeeé? Sí sí, señores, lo han entendido bien. Y me pregunto y conmigo infinidad de españolas. ¿Y a ella por qué? Ella permanece viva, llena de dolor, pero no ha fallecido ¿por qué se le castiga?

De regreso en el carretón, xanu, xanu, nuestra mula también se ha vuelto vieja como sus amas, nos hacíamos mil preguntas, todas sin respuesta, topamos con un grupo de hombres y mujeres tots ben mudadots de regreso de la inauguración de la cárcel. Nuestro corazón se retorció de dolor, no pudiendo retener las lágrimas de la incomprensión, de la impotencia, al ver lo que es la vida política. El gobierno, la administración, disponen de dineros para lo que les viene en gana, pero pocas veces se fa amb seny.

Felicidades, mi querida alcaldesa, demostraste ser una señora, de cap a peus. Como dice Praxedies, hubieras podido añadir que es incomprensible tanta preocupación por el ir y venir de las familias de los presos, ¿acaso no merecen ser también apoyadas las familias de los enfermos? Muchos de ellos con pocos meses de vida, sin recursos monetarios, sin apoyo de los que han pagado el nuevo penal de Mahón. Demostrando al pueblo menorquín que es más valorado el truhán que el pobre y desahuciado enfermo.

Señores, con este detalle una tiene más que suficiente, no precisa campaña alguna para saber a quién no debe votar el 20 de noviembre.


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margarita.caules@gmail.com