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De nuevo se ha disparado la guerra de las lenguas. Para que ustedes me entiendan, el tema es como "la guerra de las galaxias" pero sin naves, vamos, de película. Otra cosa es que haya extraterrestres, teoría que siempre he aceptado, esa de que hace mucho que están entre nosotros. No tienen ustedes más que mirar a su alrededor y se darán cuenta de la cantidad que hay de ellos, abundando los de tipo marciano que, sin ser verdes que es como siempre nos los han pintado, son totalmente imprevisibles. Las lenguas no deberían tocarse tanto y mucho menos en verano. Las altas temperaturas las resecan, las retuercen y luego sale de esas bocas lo que sale. En verano, además de valorarlas para lo que deberían haber nacido es decir, para intercambiar ideas, conocimientos y crear puntos de unión y contacto, las hacemos servir para todo lo contrario. Nuestras lenguas, a más de 30 º, lo que nos piden son granizados, lametones a cremosos helados y degustaciones varias vamos, lo que se dice darle gustillo a nuestras papilas, hacer salivilla. Todo le demás es limarlas contra el cemento de esa eterna torre de babel que nos hemos ido creando entre todos con el paso de los tiempos. ¿Me entienden ustedes?, porque si no me entienden se lo puedo decir en otra lengua. ¡Clotellada a los extremismos!