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En esa tierra de nadie, entre los que quieren más turismo y los que dicen que mejor que no vengan o contados, se encuentra el polvo del camino de quienes, mientras se discuten posturas, viven el día a día, los que nos visitan, esos a los que les hemos llenado el coco con tanta playa virgen ( actualmente virginidad dudosa a mi entender), que quieren bañarse, poner en remojo sus carnes pero que, al andar el camino, ven que no todos conducen a Roma sino a la desesperación y como lo que importa es llegar, abandonan sus máquinas transportadoras en los lugares que la Guardia Civil de Tráfico dice que nanai. Multa al canto, cargo al cliente y suma y sigue día tras día. Tengo curiosidad por ver cómo transcurren las conversaciones del conseller Luis Alejandre con la familia De Olives, conversaciones y resultados que se me antojan difíciles y complicados por muchas y variadas razones, pero si hay que hacer algo para que los arcenes vuelvan a adquirir su razón de ser, se desbloqueen las negativas del pasado y se diluya el fantasma de la expropiación, que siempre ha sido la fórmula más económica de la administración para hacerse con zonas de otros a bajo precio, mucha buena voluntad y bastante tira y afloja se tendrá que poner sobre la mesa. Lo que no puede seguir siendo es que cada año se repita lo mismo, a lo largo y ancho de los accesos a nuestra playas. ¡Clotellada al inmovilismo!