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Cuando militaba en el partido de Rosa Díez, invité al Catedrático en Derecho Público y eurodiputado de UPyD Francisco Sosa Wagner a participar en uno de los foros que el partido organizaba en Menorca. El tema de la conferencia, altamente interesante, fue "El Estado fragmentado". El conferenciante defendió la tesis de que el Estado autonómico (salido de la Transición) ha debilitado de tal forma al Estado central, unitario, que ya no puede hablarse en puridad de España como unidad sino como una reedición de los pasados reinos de taifas.

Sosa Wagner ha escrito recientemente otro libro junto a su mujer Mercedes Fuertes, también doctora en Derecho y Catedrática en D. Administrativo, "El Estado sin territorio. Cuatro relatos de la España Autonómica". En esta nueva aportación a su línea de pensamiento político, se incide en la particularidad que significa que el Gobierno del Estado español "ya no tenga de hecho mando real sobre el territorio nacional".

En un Estado divido en 17 parcelas donde cada una de ellas emite sus propias leyes, libra sus propias normativas y pretende recolectar sus propios impuestos exigiendo/extrayendo al tiempo cada día más y más competencias, no es, no puede ser un modelo a seguir. Como ya se vislumbra claramente, su futuro inmediato es el colapso.

Efectivamente el Estado autonómico ha vaciado de contenido al Estado central hasta el punto de que prácticamente solo existe ya un débil vínculo de unión entre esas 17 comunidades autonómicas en que se ha dividido al país.

En España se ha conseguido el milagro de haber logrado de hecho una confederación de territorios sin Estado y un Estado sin territorio. Este disparate político solo ha sido posible por las componendas maquinadas en la Transición por lo que, al cabo de más de treinta años y vista la evidencia, algunos orgullosos de aquella operación política deberían de replantearse si esa Transición, aunque exitosa socialmente, se llevó a cabo con vistas al futuro. Ya sabemos que la historia no se puede prever pero se puede intuir por los antecedentes conocidos a no ser que solo se quisiese salir del paso durante un tiempo tasado.

No haber puesto límites al estado autonómico ha supuesto estar rendidos permanentemente al chantaje del nacionalismo periférico que, ayudado por una injusta y lesiva ley electoral que desiguala a los ciudadanos españoles primando y premiando según se viva en un territorio u otro, ha secuestrado la democracia española y está desangrando a nuestro país.

¿Quién piensa hoy en España? ¿Alguien lo hace? ¿Quién lo hace es un facha? ¿Es un facha quien pretende la igualdad de todos los ciudadanos evitando las desigualdades que solo convienen a algunos? ¿Quién es más carca quien pretende la universalidad o quien defiende la diferencia localista?

¿Es justo y razonable que se haya roto la libre circulación laboral en todo el territorio nacional porque la lengua común de todos, esa que nos une y nos iguala, esta prácticamente prohibida/proscrita en algunas autonomías? ¿Por qué no pueden rotar los funcionarios de una autonomía a otra con solo hablar esa lengua común? ¿Impedir esa rotación no es consolidar y primar los feudos localistas más sectarios? ¿Cuándo regresará la globalización social a España?.

¿Porqué se han permitido leyes educativas que han envenenado a toda una generación contra el Estado que les permite ser lo que son? ¿Educar a los niños de Balears únicamente en un foráneo catalán standard no es un ataque al futuro de nuestros hijos que disminuyen sus posibilidades laborales más allá del corral?

Algunos se han chutado el virus del localismo como gran vía para conseguir la felicidad. Pero ¿puede un juez ser justo en sus decisiones si vive en la misma escalera del que debe juzgar? ¿Puede un político ser imparcial si debe decidir conceder o no una subvención a quien es su mismo vecino? ¿Puede el localismo, la mentalidad vecinal, tener alturas de miras y ser justo si está encerrado en su propia torre de marfil? ¿Es siempre justa la cercanía? ¿Frente a lo cercano, no está lo bueno?

La enfermedad autonómica ha maliciado a nuestro país. ¿Quién es más facha el que pretende la igualdad o quien pisa la de otros? Paradójicamente la crisis actual ayudará a que el Estado vuelva a tener territorio. Desde luego no hay mal que por bien no venga.