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Ya estaba tardando. Restaban pocos días para despedir agosto y me extrañaba que todavía no hubieran aparecido en este diario unas declaraciones de Joan Huguet, el veterano profesional de la política que en junio pasado dejó la actividad institucional al ser reemplazado en su cargo de senador autonómico por Balears por su compañero de partido José María Rodríguez. El sábado día 27, sin embargo, cesó mi inquietud al comprobar que salía en estas páginas una imagen del incombustible Huguet en plan tipo senior luciendo atuendo pijo -un llamativo polo estival- y que, encantado de haberse conocido, no falta a su cita anual con el verano menorquín y con las fiestas de Sant Bartomeu.

Resalto el detalle de la fotografía porque en principio, antes de leer el texto, pensé que las manifestaciones del archipopular político de Ferreries posiblemente no traspasaran el tono al uso de las entrevistillas veraniegas, y en las que recordara por ejemplo y entre otras cosas la relación de amistad que mantuvo durante unos años con don Juan de Borbón. Pues no, me equivoqué. Porque esta vez a Huguet le interesaba aprovechar la ocasión para comunicar al mundo mundial que sigue ahí, siempre a disposición del PP, y que le gustaría continuar en la política activa -por tanto generosamente retribuida- pese a su recién concluida estancia en un escaño de la oposición del Senado. ¿Continuar por los siglos de los siglos o solo hasta alcanzar la edad oficial de jubilación? No lo sé. Habría que preguntárselo. Ignoro, por otra parte, si esta declaración de continuidad la ha formulado también en la prensa de Palma. Habría que preguntárselo.

El popular ex de tantos cargos y tantas responsabilidades no necesita los servicios de asesores ni jefes de prensa. Se vale él mismo para autopromocionarse. Siempre ha sido así a lo largo de su extensa carrera política. Confieso que me resulta sencillamente enternecedor que Huguet, con el aval de tres décadas de dedicación a la política, declare ahora que "en política hay que saber estar y hay que saber retirarse"; y que añada incluso que "lo importante es que la vida de uno no dependa de la política para subsistir". No creo desde luego que Huguet tenga problemas de subsistencia económica, y mucho menos por culpa de la crisis, pero debe reconocerse su tremenda sinceridad al no ocultar ante sus paisanos menorquines que le gustaría ser nominado candidato, en la circunscripción de Mallorca, para el Congreso de los Diputados o el Senado en las elecciones del 20 de noviembre.

Incombustible total. Transcurridos apenas algo más de dos meses de su salida de la cámara alta, Joan Huguet no disimula sus irrefrenables deseos de permanecer en la política institucional. No quiere retirarse, no quiere irse. En Palma abundan los despachos de abogacía. Además, a Huguet no le convence la idea de una reincorporación a las aulas. Sus escasos años de ejercicio como maestro quedan muy lejanos. La política ha sido realmente su profesión y su pasión. No obstante, el problema político de Huguet hoy es una cuestión de padrinazgo. Es decir: ¿cuenta Huguet con "padrinos" influyentes en su partido que puedan garantizarle su continuidad en la política? Habría que preguntárselo, pero me temo que la respuesta sería negativa. A menos que otro incombustible en la sombra, l'amo En Biel -el expresidente Gabriel Cañellas- intercediera.

Pero no. Recapacito sobre tal hipótesis y concluyo que ni siquiera con la ayuda de Cañellas lograría su propósito. Y tampoco abordando el asunto desde una base democrática, esto es: ¿conseguiría Huguet los apoyos necesarios para imponerse en unas elecciones primarias en el seno del PP mallorquín y ser proclamado candidato? Mi pronóstico sería igualmente negativo.

La realidad más previsible y probable es que Joan Huguet tendrá que afrontar y superar cuanto antes el insufrible "mono" político que le corroe. Su reto inmediato no puede ser otro que demostrarse una firme tenacidad para dejar atrás el "mono" y mirar hacia un futuro sin cargos políticos. De todos modos, una cosa es acceder a un cargo electo y otra es desempeñar un cargo mediante designación directa. No hay que descartar por tanto que pueda saltar alguna sorpresa por esta última vía.

En cualquier caso, si en las horas más terribles la nostalgia intenta vencerle, Huguet quizá podría probar con la apertura de un despacho de consultoría política al servicio de los cachorros de la derecha balear; calcule al respecto que tendría por delante al menos ocho años de negocio. O bien sabe Huguet que siempre podrá dedicarse a escribir y publicar sus memorias. Un libro en el que naturalmente tendría la posibilidad de incluir, para deleite de sus lectores, su lapidaria sentencia: "En política hay que saber estar y hay que saber retirarse"; "lo importante es que la vida de uno no dependa de la política para subsistir". Joan Huguet siempre único. Irrepetible e incombustible.