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Tenía que ocurrir. De tanto en cuanto pasa. Una persona crece en su odio y estalla. Su corazón siente el rencor homicida; o feminicida en este caso porque su primera víctima fue una mujer, la más hermosa de la reunión social-demócrata.

Un hombre atractivo que no pudo soportar que nadie lo fuera más que él. Un amante de lo político que no vivió su futuro de ministro. Un ideólogo cautivo que no pudo admitir que sus ideales no fueran oídos. Y tuvo que recurrir a la violencia.

Le puede pasar a cualquiera. No comprender la vida es sentir la frustración, la provocación de la incomprensión como base de la destrucción. Meses comprando material, tiempo acumulado mal; y al final cualquier día puede estallar. Una causa política o el Islam, el hastío, el fracaso escolar; tantas cosas que hacen que el hombre se convierta en Leviatán.

Se pierde para si mismo. Hoy existe la posibilidad de ser perfectos; desde lo desconocido, lo incógnito o internet. O ser el heredero de uno mismo (de su verdad e intransigencia).

Quien no piense igual es un enemigo; enemigo de Adán, el único que pudo ver las cosas desde la novedad. Lo que nos convierte en huérfanos de sentido. las fotos, las páginas web, como el desnudo o el pret a porter son la gran implosión del hombre, la explosión que estamos viviendo. Y ante el triunfo del Hombre Diván la venganza del mediocre vulgar.

La esencia edulcorada de todos hace que uno mismo no quiera ser desconocido. El terrorismo se ha convertido en el parque de atracciones de lo pervertido; la noria que gira en su esencia culposa.

En Noruega, el país de la educación y las rubias hermosas y los hombres color de rosa ha surgido el lobo estepario. El odio a la cultura, a la diversidad, a lo extranjero, a lo que viste con velos hace que el corazón se convierta en un espejo.

Vernos en él nos está abrumando. El hombre es materia, no espíritu, y susceptible de saltar. La alegría, el rostro hermoso, la falta de sensibilidad; o el no sufrir como uno mismo hace que todo se convierta en resentimiento. Ahí está el hombre, su rencor; lo auténtico. Su lado lobo; ¿qué hacer cuando eso pasa en el país de la cultura?

Más allá de lo noruego que asesina por política, decepción o rezo, que vibra con su ignorancia y sonríe ante la cámara está el inextinguible Nerón que vive su infinito deseo de quemar. Sobrevivir a la idea de la muerte con la muerte de otros es estar por encima de la incomprensión de todos. La cárcel ya es una excusa para no volver a la ley del Talión.

Imposible confundirse, estamos destinados a horrorizarnos. La sensación de ilusión es falsa ante el éxito de la frustración. Ser pobre puede ser un reto, ignorante causa de nuestro miedo. El hombre halla su nueva horma; matar por simplicidad de normas.

Las leyes castigarán al asesino pero no nos librarán de nuestro destino; sentir que podemos odiar por pensar distinto.

Y eso ha tenido que pasar en el país de lo exquisito.