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La falta de trabajo y de expectativas de mejora que viven desde hace tiempo muchas familias apenas deja margen de escapatoria. Hay quienes le echan arrestos a la cosa y, como antaño, meten cuatro trapos en la maleta y se buscan las habichuelas tras la frontera. Otros se arriesgan y crean su propio negocio y hay quienes aceptan cualquier trabajo con o sin derechos. Viene esto a cuento de la desazón que siente una cuando lee o escucha como algunos políticos se aferran a la poltrona del billete público como si tuvieran pegamento en las posaderas. Acumulan años y años en despachos varios.

Cualquier concejalía, cualquier dirección general, secretaría o puesto en Madrid se ajusta a su capacitación (?). Por lo visto, algunos no tienen arrestos para vivir por su cuenta después de servir unos años al país, a su comunidad o ciudad. Para qué cambiar si les va bien, si la crisis solo la ven de perfil. Las elecciones generales del 20-N, como ya sucedió con las autonómicas y municipales hace unos meses, ha vuelto a desatar luchas intestinas en el seno de los partidos políticos. Encabezar la lista electoral y estar entre los primeros de la fila garantiza un puesto y, cuanto menos, un sueldo. La 'Guerra' se ha desatado y a algunos se les ve ya el plumero.