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Por fin. Ayer se celebró la última corrida de toros en la 'Monumental' de Barcelona y, supuestamente, el 1 de enero entrará en vigor la prohibición de esta salvaje práctica a la que parte de la población osa llamar 'fiesta'. Yo soy de las que brinda por el hecho de que se vaya avanzado en materia de protección animal y es que parece mentira que, en la época en la que estamos, aún haya quien no comparta algo tan obvio como que el resto de seres vivos poseen, entre otros, el derecho a no sufrir. El especismo existente en la sociedad se basa en la infravaloración de los intereses de quienes no pertenecen a nuestra especie animal y, por desgracia, vemos ejemplos todos los días, aquí y en el resto del mundo. Poco a poco, los gobiernos van tomando conciencia gracias al trabajo de aquellos colectivos que se mueven para dar voz a quienes no la tienen y así denunciar las barbaridades a las que son sometidos los animales: condiciones brutales en la industria cárnica, cruel e innecesaria experimentación, mutilaciones y estrés en viejos zoológicos y circos, contrabando de especies y pieles, furtivos disparando a diestro y siniestro, ... y lo que nos queda más cerca: abandono, maltrato, y uso de animales para ciertas fiestas patronales, celebraciones en las que se tortura y se mata al ser vivo frente a numeroso público. Hay que dar el paso, acabar con todo esto. Y es una pena que en Cataluña se haya hecho por una cuestión política, hay mucho más en juego. Esperemos que lo próximo a eliminar sean los dantescos 'correbous'.