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El sábado pasado fue la festividad de Nuestra Señora de la Merced, patrona de instituciones penitenciarias. El viernes se celebró un acto en el Centro Penitenciario Menorca, en el que estuvieron representadas las instituciones menorquinas, pero no acudieron las primeras autoridades de ninguna de ellas. La polémica sobre su construcción y su ubicación, a pesar de que no son reversibles, sigue provocando un distanciamiento institucional y político respecto a un centro que presta un servicio y que merece, no solo que se le preste más atención, sino que suscite una colaboración leal para desarrollar las acciones que han de permitir alcanzar los objetivos de todo centro penitenciario, entre los que se incluye la recuperación de los internos. En Menorca, como en muchas otras zonas con centros penitenciarios abiertos, el grupo de pastoral penitenciaria de la Diócesis valora la importancia de este servicio y sus voluntarios se han comprometido para ayudar a los presos a salir adelante, a encontrar un camino que les libere de las causas de provocaron la condena que están cumpliendo. La festividad de la patrona era un buen momento para dar un trato amable a un centro condenado. Una oportunidad desaprovechada.