TW
0

Hace unos días un conocido articulista catalán hacía referencia en un diario, también catalán, a la aparición en el mercado de la comunicación de una nueva y sorprendente aplicación para móviles. El nuevo servicio en cuestión parece ser que detecta la presencia de catalanes, es decir detecta la situación geográfica de todos los catalanes que más cerca estén del punto donde Ud. y su móvil estén ubicados independientemente del país en el que uno pueda encontrarse. No se dan pistas sobre el icono que identifica a esa aplicación, precisamente denominada "Ja sóc aquí", pero se puede sobreentender que, naturalmente y por coherencia, sería la barretina (o la butifarra).

Para evitar toda sospecha de supuesta ironía o incluso de maldad interpretativa (en un momento en que Cataluña necesita la solidaridad del resto de España para ayudarla a sacudirse de la crisis en la que la han metido los irresponsables despilfarradores) concretaré que el articulista en cuestión es Quim Monzó y el periódico es "La Vanguardia" del pasado 14 de septiembre. Más detalles: la empresa que ha comercializado esta nueva mejora en detectar el paradero exacto de catalanes se llama D'Artagnan Consultoria y parece estar ubicada en Barcelona.

Uno se va de viaje por querer alejarse o distanciarse -al menos ocasionalmente- de una realidad que no le gusta o que le aburre, por querer encontrar nuevas fuentes de inspiración, por deseos de conocer nuevas culturas (quizás menos dogmáticas), por deseos de ligar a bellezas exóticas, por querer conocer otras realidades o simplemente como medida de liberación temporal o desintoxicación personal. Solo los muy apegados a su círculo polar localista tendrán interés en bajarse (y pagar) una aplicación de estas características que les impide separarse de lo cotidiano (de su Taifa) o no ser que el nuevo artilugio triunfe precisamente por el sentido contrario: para poder alejarse lo más posible de donde uno no quiere estar.

Pero el concepto final de esta nueva aplicación es sumamente interesante aunque pueda inducir, si es mal empleada, a acercarnos todavía más al orwelliano "Big Brother is watching you" que ya nos atosiga en tantos campos de la vida diaria al tenernos siempre localizados y controlados.

Pero, y visto desde un punto de vista práctico, desarrollar esta nueva línea de aplicaciones para móviles puede revolucionar la relación humana. Efectivamente, piensen Uds. que se pueda llegar a conseguir una aplicación que detecte, por ejemplo, la ubicación de todos los gilipollas que hay y existen en una determinada zona. Caso concreto: Ud. está en una ciudad y pulsa esa aplicación específica (icono posible: chuloputas atontado y engominado). En cuestión de milésimas de segundo sabrá donde están esos personajes en tiempo real y consecuentemente podrá evitarlos. Un gran avance y una gran tranquilidad sin duda.

Pero la búsqueda puede ser infinita. Por ejemplo en Balears podíamos buscar donde se hallan los dadores de subvenciones a "tuti quanti", donde están los despilfarradores que han arruinado a nuestra Comunidad, dónde se hallan las guaridas de los liberticidas de nuestras culturas isleñas, donde están los macarras, donde los maricomplejines, donde las "cat-girls", donde los inútiles, etc. etc. Un instrumento revolucionario. Cada una de esas posibilidades debería de contar naturalmente con su propio icono identificador.
Para Menorca podría ser especialmente útil. Imagínense que en verano uno pudiera bajarse una aplicación que indicase donde se hallan las tías más buenas y macizas (Icono identificador: un par de manzanas), donde están los calientes mentales (icono: un termostato), donde los "premuts" -esos "gall d'Indis" autóctonos recubiertos de plumas ampurdanesas- (icono: Una cresta), etc.

En el campo político esta aplicación todavía podría ser más imprescindible. Se podría saber dónde están los folklóricos retros (icono: un "càvec"), dónde están los chupópteros profesionales (icono: "una paparra"), dónde están los subvencionados "per secula seculorum" (icono: una mano lastimera), dónde los "pelotas" (icono: "un yo-yo"), dónde están los colaboracionistas (icono: un retrato de Pétain), etc. etc.

En el fondo estas aplicaciones no serían sino unos GPS sociales. Unos detectores de metales sociales. Propongo que el Consell conceda una subvención finalista para conseguir llevar adelante estas revolucionarias aplicaciones que ayudarían a desvelar los camuflajes habituales. El medio ambiente social menorquín lo agradecerá.