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Sabes, Rock, en esta etapa de redacción de mis memorias, un capítulo importante está dedicado a mis antiguos alumnos y alumnas.

No sé si han llegado a los dos mil, pero, en todo caso, se acerca a esa cifra.
Siempre he tenido cierta facilidad para asociar rostros con nombres y apellidos y todavía no la he perdido.

Recuerdo, Rock, a una de las primeras promociones que tuve, en 1.978/79 en "Virgen del Carmen". Fue la promoción de Marta Orfila Abadía (cerebro e inteligencia), Rosa Ruiz (una sonrisa encantadora, aunque un poco perezosa para saltar el potro), Pedro Villalonga (el bibliotecario que imponía un silencio sepulcral en ese lugar), Matilde ( la que yo llamaba la telefónica por lo habladora que era), Margarita Orfila Mateu (con unos ojos azules que llamaban la atención), Marga Vidal (un todo terreno), Joana Mascaró (solamente estuvo un curso pero me cautivó), Yolanda Pons Miret (una avanzadilla de Penélope Cruz), Raúl Riudavets (el manitas del colegio)…

Fueron dos años maravillosos de estudio y trabajo. Colaboraron activamente con "Es Diari" haciendo entrevistas, reportajes, crónicas… y, además, fue el germen que inició el deporte en ese centro con el voleibol.

Otra buena generación, otra cosecha excelente, fue la de Àngels Andreu Camps y su grupo de inseparables: Carmen, Cristina María, Juana, Sensi (una canguro excelente), Maxi y Encarna. Especial relación tuve con Àngels, a la que con catorce años la secuestré para UHM y allí encontró el amor y la felicidad.

Y si en lugar de promociones, hablamos de sagas, las hay a montones.
La matriarca de los Botella Cuenca, seria, adusta, pero cariñosa; los García Haro; los Hidalgo Serra (Consuelo, Taurino y mi querida Nati, siempre sonriente), los Mercadal Calvache (Carolina, Luís, Flora –más dura que el cuarzo–), los Pabst (con mi Rita del alma, escritora y bióloga), los Pons (Bernat y Engracia) y sus primos Pedro y Marta; los Rodríguez (con la tía y la sobrina, Conchi y Ramón, el asesino de los colchones); los Vaquero, con mi apreciada y dulce Isidra; los Coll Peña, con mi recordada Trinita; los Triay Torrent y primos , aunque la saga más saga de todas las sagas fueron los Orfila Torrent.

Algunos, a título individual, los recuerdo con cariño: Isabel Manzano, mirada profunda de sentimiento; Tin, el más cachondo de los cachondos y alegre como él solo; el pequeño Fanjul; Isabel Melsión, ejemplo de esfuerzo y superación, Cati Valverde y su inseparable Carmen Truyol, Julio y Leonardo, Yolanda, Toni y Paco Muñoz; Xavi Cardona, Kike Perches; Teresa Petrus Real, Ana María Olives, Vidal Ehlers; Lucía Pellicer y si menciono a los Pons pues, querido Rock, añádele al menos, unos cientos cincuenta.
Y termino, Rock, esta primera entrega, con Sebastián, el mejor matemático que ha pasado por mis aulas.

En fin, Rock, espero que cuando tengas edad de leer estas cartas, te acuerdes de tu abuelo que tuvo la inmensa satisfacción de sembrar la semilla del estudio y del cariño en tan gran relación de alumnos. Que yo recuerde, Rock, solamente me deben de haber olvidado un par de ellos.