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Caritas de Menorca no es una ONG más. Es la fibra más sensible, la entidad más próxima a las personas que menos tienen y que más esperan de una sociedad solidaria. Caritas está inmersa en una grave crisis, cuya causa principal es la irresponsabilidad de las administraciones públicas. Casi un millón de euros es el importe de la morosidad del Govern, el Consell y la mayoría de Ayuntamientos con Caritas, a veces incluso por servicios que estas mismas administraciones están obligadas a ofrecer. La entidad ha debido recurrir a la financiación externa para seguir manteniendo algunos de sus servicios. Los voluntarios y profesionales que trabajan en ella han suplido con esfuerzo la falta de recursos. Por todo ello, Caritas se plantea una nueva orientación, ajustando su estructura a un marco de profunda crisis económica. De alguna forma, exige a los dirigentes de las administraciones que asuman su responsabilidad y conviertan la atención a las personas en la máxima prioridad. Una sociedad con una entidad como Caritas más débil y con menos apoyo entra en otra crisis, tanto o más importante que la económica, que es la que afecta a los valores y al compromiso que todos tenemos con los más desfavorecidos. ¿Vamos a cruzar también esa frontera?