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Del programa electoral con el que piensan gobernar España, poco, muy poco han contado los dirigentes del PP, reunidos en su Convención de Málaga. Como algo había que hacer, además de buscar sinónimos del temido término "recortes" que signifiquen lo mismo pero no suenen tan mal, han sacado a pasear a las viejas glorias como Aznar o Federico Trillo, guardianes de las esencias de la derecha de toda la vida.

Desde la utilización del terrorismo como argumento de campaña electoral (que tanto gusta a Aznar) a la propuesta de recuperar la cadena perpetua solo para futuros delincuentes (con ese toque demagógico tan afín a Trillo), de momento, lo conocido, huele a un regreso al pasado conservando "el estado del bienestar pero con sacrificios".
Se comprende la falta de entusiasmo del personal que va a acudir a las urnas a la desesperada, buscando una salida a tanto desastre económico y se van a encontrar, como ya ha advertido Rajoy, con la dura realidad de que no existen los milagros. Gobierne quien gobierne vienen tiempos duros para todos. El paro no se va a recuperar mientras no haya crecimiento económico por encima del 2% y para eso aún faltan años de apretarse el cinturón.

Eso en el terreno económico. En el de las libertades es donde el regreso al pasado se vislumbra con más claridad. Del mismo modo con que la dirección del PP guarda celosamente sus recetas para salir de la crisis, va dejando caer, sin mucho ruido, su pretensión de anular la Ley del aborto. Ana Pastor, una voz autorizada, aseguró que van a derogar la "ley de 2010 porque nadie la pedía". ¿Se referirá solo a la reforma última?
En Valencia, el sustituto de Francisco Camps, Fabra, quiere modificar la norma autonómica para, saltándose la Ley de Montes nacional, autorizar construcciones en terrenos que hayan sufrido incendios forestales. Precisamente la Ley de Montes, tratando de evitar que el país ardiera por los cuatro costados cada verano en incendios intencionados con el objetivo de recalificar suelo forestal, dicta que no se podrá dedicar a otra cosa que a la recuperación de la cubierta vegetal durante treinta años. Fabra debe pensar que el paisaje de su comunidad no está, todavía, lo suficientemente machacado.
Sobre el matrimonio homosexual pesa un tupido silencio, es un tema incómodo, sobre el que hay orden es de no hablar. El día después de las elecciones se sabrá si desaparece como figura legal o no. Por si acaso, algunos alcaldes están ofreciendo a parejas gays matrimonios exprés antes de que llegue la posible prohibición.
Y todavía no sabemos casi nada...