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El anuncio de que el sector agrario de Menorca recibirá este mes 1,6 millones de las ayudas europeas de la Política Agraria Común han supuesto un alivio para un colectivo que, sin embargo, necesita soluciones concretas y urgentes para garantizar su viabilidad. Las fincas están sometidas a una triple incertidumbre: la natural dependencia de la meteorología, los retrasos acumulados en el pago de las diferentes líneas de subvenciones y las consecuencias negativas de la crisis económica global. Ante esta situación, las distintas administraciones tienen su parte de responsabilidad porque se adquirieron unos compromisos, aunque algunos de ellos fueron anunciados a sabiendas que serían difíciles de cumplir al no tener las partidas cerradas por la falta de recursos. Pero ante el colapso y las incógnitas sobre el futuro que acechan a las explotaciones agrícolas y ganaderas, se deberían abrir nuevas vías para garantizar la rentabilidad de una producción de demostrada calidad que no esté subordinada solo a los subsidios de las instituciones públicas. La diversificación, la apertura de nuevos mercados y unos canales de distribución adecuados, que equilibren la diferencia entre lo que se paga por el producto en origen y el precio de venta al consumidor, son algunos de los aspectos a trabajar.