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A veces es mejor marchar hacia adelante sin más, dejar atrás el pasado, cerrar la puerta por donde todavía se cuela sin demasiado esfuerzo como por rutina, cerrarla pero sin dar portazo, sigilosamente, sin despertar a la nostalgia o a las pocas fuerzas; a veces es mejor caminar porque sí y sin camino aparente, hacia ninguna parte: sólo adelante aunque sea solo, sin nadie, y todo lo que uno creía ser quede tras esa puerta que al fin cerramos para liberarnos de un pasado que no se mueve ni lleva a ningún lugar y por el que ya se lleva demasiado tiempo dando vueltas en espiral hacia una nada infinita.

A veces es mejor no hacer recuento de lo que se ha perdido, de lo que ya no se tiene, ni cuestionarse si en verdad se tuvo, y si acaso no fue todo un sueño y ahora un lugar donde quedarse dormido hasta la noche desde que empieza el día; a veces es mejor pensar que la memoria nos traiciona para poder traicionarla a ella y clavarle olvido por la espalda y luego dársela y no volver a mirar a atrás; el vacío susurra, seduce y convierte en piedra: tiene en su cabeza serpientes en trenza.

A veces el espacio colapsa y se hace sólido y nada tiembla ni se mueve, y el tiempo pasa de largo y deja de lado a esos mundos aparte, colgados de destiempo, de ensueño, de nostalgia o expectativas ya imposibles; a veces todo alrededor es tan denso que aprieta y reduce y deja sin aire; a veces hay que marcharse, sin más, porque quedarse dentro es estar en ningún sitio y a solas, a veces no cabe en el mundo más que la palabra con la que desaparece: adiós.

Se puede sin embargo jugar a que nada termina nunca si uno no quiere, se puede jugar a estirar una realidad ya impracticable y simular que todavía es posible vivir en ella; se puede, en fin, negar la realidad, perderle todo respeto y acatar ilusiones muertas, quedarnos encallados dentro de formas ya incapaces, seguir con modelos rotos, convencernos de que sigue en pie un sistema en quiebra y hacer ver que los pedazos que van cayendo no son más que piezas de un puzzle que ya iremos resolviendo; no hoy, claro, si acaso nunca, deje ese trozo ahí que ya lo examinaremos. Se puede seguir un año más o los que se quieran, haciendo ver que nada pasa, que no es necesario cambiar nada, que todo está en pie, que bastan unos retoques, pero bueno, poca cosa, y que luego todo bien e igual como siempre.

Se puede seguir así, de guerra en guerra, hasta agotar el petróleo.