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Me duele y me preocupa el tratamiento que se viene dando a los funcionarios, a quienes se les hace responsables de todos los males que aquejan a las Administraciones Públicas, con un total desconocimiento de causa y olvidando que ellos son simplemente las "correas de transmisión" de una maquinaria establecida y caduca, que precisa de unos ajustes y de una modernización para rebajar la excesiva burocracia que afecta a todas las estructuras de cualquier Administración.

Por mis 16 años de político en el Ayuntamiento de Maó, ninguno de estos años con dedicación exclusiva, conozco a fondo a los funcionarios –a ellas y a ellos– que trabajan en dicha institución y siempre digo que pondría mi mano en el fuego por defender su honorabilidad y el esfuerzo del grupo; no ignoro que como en cualquier colectivo humano los hay buenos, regulares y "chupópteros", pero estos son los menos, los otros grupos, sobre todo el primero, es el más numeroso y lo integran trabajadores que se esfuerzan para rendir al máximo y ofrecer un trabajo eficiente; yo diría que a pesar de las críticas, muchas veces inmerecidas, tanto ellas y ellos son funcionarios leales y orgullosos de estar ahí en servicio directo con la comunidad y ser la "cabeza" visible del organigrama municipal.

Posiblemente antes de hablar de funcionarios comodones, ineficaces e incluso irresponsables habría que hablar de malos gestores porque ellos, los funcionarios, se dedican a cumplir con un horario y con el trabajo que les asigna, son "mandados"; recuerdo que durante mi última etapa de político activo, con Vicenç Ligüerre como jefe del Servicio del Área de Hacienda -un profesional como la copa de un pino- no tuve ni un solo problema a causa de una negligencia de un trabajador; incluso recuerdo con simpatía, que en ocasiones una de las responsables de una parcela administrativa, al pedirle un determinado informe solía preguntarme si era o no urgente, yo le respondía que todos eran urgentes pero dentro de la "normalidad establecida", que si fueran de urgencia vital, se lo habría dicho… siempre tuve el informe solicitado sobre mi mesa, tanto los unos como los otros, al cabo de un tiempo relativamente breve, nunca falló.

Durante toda mi vida laboral he sido un trabajador más, empecé en el año 1956 como Oficial de 3ª en "AUCONA" y posteriormente pasé a Trasmediterránea al ser absorbida la primera compañía por la segunda y, a lo largo de mi vida profesional fui ascendiendo hasta llegar a Jefe de Sección, lo cual implica un amplio conocimiento de lo que significa estar a las órdenes o ser el "responsable" de darlas y desde este conocimiento saqué la conclusión de tratar a los demás como yo fui siempre tratado, con respeto y confianza; incluso llegué a involucrarme en el día a día personal de cada uno de mis "acólitos", dicho con el mayor cariño, algo que los tratados especializados en ésta materia no aconsejan, pero uno es como es y yo soy tremendamente humano y me preocupa la gente, especialmente aquellos que están a mi alrededor.

Seguramente muchas de las críticas que los funcionarios reciben, con mayor frecuencia de la deseada, desaparecerían de raíz si conocieran los sueldos que perciben; la comparación salario-trabajo es tan abismal que causa sonrojo, por decir que muchos de ellos apenas rozan los mil euros mensuales está todo dicho, y me refiero a trabajadores con 20 incluso 30 años de servicio; los salarios "millonarios", que tampoco lo son, los perciben unos pocos, aquellos cargos que para ocuparlos se exige una titulación universitaria, pero estos, repito, son los menos, los más, la "fiel infantería" debe esforzarse para que su economía doméstica les permita llegar a fin de mes.

La situación actual por las que atraviesan los ayuntamiento es grave, incluso crítica, pero, y lo digo con todo honestidad, intentar sanear su economía en base a recortar los sueldos de los funcionarios es una medida poco eficaz y totalmente antisocial, la solución está en rebajar gastos de otras partidas, y aunque duela, reducir e incluso eliminar, aquellas subvenciones totalmente innecesarias, a pesar de tener en contra a determinados colectivos, la ciudadanía, sobre todo la que analiza y valora las cosas con objetividad y prudencia, sabría dar una respuesta ecuánime, real y valorada sin "banderas ni banderías".