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Un día más me enfrento a este espacio en blanco tras una jornada laboral más dura de lo normal. Ya saben, siempre cuesta más ir a trabajar cuando el resto del mundo disfruta de un día festivo. Gajes del oficio a parte, cabe decir que el periodismo también tiene sus cosas positivas. En mi caso, la curiosidad me lleva, de manera innata, a querer saber más, a ir hasta el fondo y a conocer todos los detalles escabrosos. Supongo que por ello escogí una profesión en la que se me permite preguntar sin pudor y a través de la que puedo fisgonear a mis anchas. Si tuviera que escoger un género, me decantaría sin ninguna duda por la entrevista, que me da carta blanca para plantear las cuestiones que más me interesan. En concreto, la sección "Menorquins al món" me concede la oportunidad de inmiscuirme en las vidas ajenas, de disfrutar de las vivencias de personas que han tomado caminos que, de algún modo, envidio en silencio. Cada una de ellas me da una lección vital y, con el paso de los años, me han enseñado que, aunque a veces no tengamos esa sensación, tenemos la capacidad de dejar de comportarnos como autómatas, tomar las riendas de nuestra vida y cambiar aquello que no nos satisface del todo.