Antonio Caules Taltavull junto a su esposa Catalina Caules Benejam

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Hacia tiempo que venía investigando sobre la Casa Burdó de Fornells, adelantándome a su publicación al observar "es disbarat tan gros" que el pasado jueves se publicó, dando como el restaurante más antiguo el Xoroy, de la cala de Alcalfar, insinuando que Burdó fue posterior, cuando lleva 140 años de presencia en Fornells. Pioneros en toda Menorca .

El tema Burdó siempre me ha apasionado. El propietario que todos hemos conocido, Antonio Caules Taltavull, pariente del de la motoras, a la vez que éste era primo carnal de la esposa de aquél, Catalina Caules Benejam. Con tantos lazos familiares no podía quedar la cosa así, y aquí me encuentro ante un montón de material que he ido recopilando gracias a unos y a otros y que lamentablemente muchos no podrán leer.

A modo de introducción, decir, que me enorgullece mi descendencia paterna, con el más puro sabor "forneller". Mis abuelos, Jaime Caules Taltavull y Margarita Llull Tudurí y todos sus antepasados hasta encontrarnos con los primeros habitantes, soldados llegados de su anterior destino de San Felipe del puerto de Mahón, fueron destinados en aquel lugar. Allí se establecieron y con el paso del tiempo, debido a la miseria, aquel matrimonio, decidió mudarse a Mahón, intentando ofrecer un mayor porvenir. Nuestra ciudad estaba plagada de fornellers, trabajando principalmente en el mar. La mayoría de patrones o marineros de Transportes Militares (Intendencia) eran de Fornells, lo mismo sucedía con los empleados del Hospital Militar: portero, barbero, marineros, cocineros, lavanderas, etc.

Debo añadir, que mis mayores siempre pensaron que algún día regresarían. Algo que no pudieron realizar. Inesperadamente, Dios los puso a prueba, enterrando a su hijo mayor con tan solo 19 años, quedando establecidos en Mahón.

Una vez aclarado el por qué de mi delirio por el lugar, empieza la historia en la primavera de 1872, en que uno más de los habitantes de Fornells, Miguel Caules Bagur, de profesión pescador, aficionado a cocinar, jamás hubiera podido imaginar que con su buen hacer frente los fogones, daría a conocer su pueblecito. Hoy, transcurridos 140 años, se sigue hablando de la caldera de la casa Burdó, dando fama a Fornells.

Lamentando que ninguno de los ayuntamientos de Mercadal haya tenido el detalle con la familia, levantando una escultura o alegoría que hiciera referencia a Burdó. Es más, el reconocimiento, debería ser de todo el pueblo pesquero, hoy turístico. Son muchos, los llegados de fuera que pregunten como no hay ni una calle, ni una plaza, lo que se dice nada, alegórico de Burdó, patriarca del lugar. Por el contrario se pensará en un poeta, que si bien pudo ser fabuloso, "no va donar un duro as poble. Si vivim coses vaurem".

En 1872, el blanco pueblecito ribereño, vivía inmerso en la paz de sus escasos pobladores. Todos ellos pescadores y jornaleros del campo, cuando no se podía faenar en el mar lo hacían en el campo. Llegado el verano iban a "espigolar" y a coger la famosa "reina".

Amén de la langosta, otro producto bien diferente también dio a conocer el lugar. En la época de la recogida de la manzanilla, el Conde de Olivar y el de la finca de santa Teresa delegaban en el sereno la venta de tiques para que todo el pueblo se viera favorecido por un igual, entregando la recaudación a las religiosas. Con los tiques se podía recolectar, mandándose a la Península. Dando trabajo a las mujeres que salían a la acera de sus casas cortando la misma, ganándose un jornal.

Supongo que los señores de las fincas colindantes de Fornells promovieron la fama de la caldera de langosta, siendo los impulsores, junto a sus amistades llegadas de Madrid y del extranjero. Otros vivían en Ciutadella, Alayor y Mahón, haciendo que se encontraran en tiempo de caza, de pesca o sencillamente pasando unos días de asueto, bajando a Fornells, donde la paz del lugar invitaba a hacerse a la mar con barquichuelas, llevando a bordo las redes confeccionadas por las propias mujeres, en un tiempo que tan solo se contabilizaban 115 humildes viviendas.

Es fácil imaginar, aquel señorío y sus capturas, que una vez realizadas, ¿qué hacer con las mismas? El problema se lo solucionaba uno de aquellos pescadores, llamado Miguel Caules Bagur, conocido por "Burdó", que no dudaba en preparar una sabrosa comida. Y así, entre calderas de pescado o de langosta, se fue introduciendo su nombre en toda la Isla y fuera de la misma.

El propio archiduque Luis Salvador, fue uno de los comensales de Burdó, escribiendo en su libro que los domingos llegaba buena cantidad de mahoneses a aquella casa fonda.

Miguel Caules Bagur, nacido en Fornells ¿1861?, hijo de Antonio Caules Figueras y Maria Bagur Fuxá. Parece ser, casó con Esperanza Fuxá, conocida por na Burdona, apodo que adquirió su esposo. El matrimonio, no tuvo hijos. Al fallecer na Burdona, los sobrinos del marido le ayudaron y cuidaron hasta su fallecimiento, heredando el negocio el hijo de su hermano, Antonio Caules Bagur (Fornells 1866), casado con Benita Taltavull Begovich, padres del Burdó que todos hemos conocido, Antonio Caules Taltavull, nacido en Fornells el 12 de septiembre de 1892, falleció en su pueblo el 26 de marzo de 1984. Casado el 27 de noviembre de 1922 con Catalina Caules Benejam, también de Fornells. Vino al mundo el 31 de mayo de 1895, falleció al año de su esposo, el 10 de marzo de 1985. Después de 62 años de matrimonio y toda una vida unidos. En su infancia ya habían sido vecinos viviendo en la calle Mayor. En los números 22 y 29. Ella, "na Nina", era hija de Bartolomé Caules Taltavull ( Mevis Pic) y Catalina Benejam Fuxá. Este matrimonio debió de sentirse orgulloso de su hija, parte importante del mejor restaurante que había en aquellos tiempos en toda Menorca. Nina trabajó toda su vida junto al esposo, el sobrino del fundador que gracias a su manera de ser supieron dar continuidad.

Cuando Toni y Nina se casaron pasaron a vivir en la casa fonda, junto a su tío, al poco llevaron a cabo la primera obra importante, acondicionando una estancia amplia destinada a comedor con ventanas que daban al exterior, cocina mucho más cómoda que la que se había venido utilizando desde que inició su andadura de cocinero, en una casita de planta baja, propia de pescadores. En el primer piso, se instalaron seis habitaciones. Acogían a sus huéspedes llegados "de per tot". Entre ellos, menorquines para celebrar la primera noche de casados, cuando aún no se hablaba de la famosa luna de miel.

Es de justicia que anote los datos de la mujer de Burdó, ya que ella trabajó toda su vida junto al esposo, convirtiéndose en su mano derecha, siempre presta a ayudarlo. Una de las cualidades de la casa Burdó, fue su manera de actuar frente a los clientes, sin hacer distinciones sociales. El comedor era el mismo, con sus mantelerías, menaje, siempre humildes, jamás demostraron afán alguno de sensacionalismo. Nina con su delantal a cuadros en blanco y negro confeccionado con la tela conocida como "llista", muy limpia, excesivamente pulcro, muy a la menorquina de siglos pasados en que tanta fama logramos. La mejor manera de captar turistas, sin pretenderlo, es siendo nosotros, demostrando nuestra identidad, todo lo que ha continuado poco ha logrado ya que se encuentra en cualquier lugar.

Aquel humilde comedor, de mesas cuadradas cubiertas por manteles blancos de granite, acogieron a personajes tan importantes como a March "en Verga", Maria Felix, , Erron Flin, el archiduque Luis, don Juan de Borbón, altos mandatarios, infinidad de turistas o excursionistas como llamaban a los que llegaban de otros países en los años veinte. Cuantos ministros se desplazaron a la Isla, excursiones procedentes de toda la Isla, desde los ateneístas de Mahón, los principales fabricantes de monederos de plata, que allí invitaban a sus empleados con sabrosas calderas de pescado.

Con el paso de los años, las familias más importantes del mundo textil barcelonés, prestigiosos médicos, etc.

Antonio y Nina, tuvieron la alegría de tener dos hijas Magdalena (26-1-1924) y Catalina ( 4-8-1929) de las que ya les hablaré.
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margarita.caules@gmeil.com