TW
0

Ésta es la jornada en la que siempre gana alguien -cuanto menos lo hará la democracia (o eso dirán los que no consigan buenos resultados)-, la jornada de la mano tendida. Cuando el recuento electoral dicte su veredicto, los partidos "derrotados" -incluso el que más gane, aunque no lo piense ni lo sienta- se apresurarán a mostrar su voluntad de colaborar durante los próximos cuatro años para que España salga del atolladero (no sé si será la fórmula exacta pero caerá alguna parecida). La pena de la "mano tendida" es que desaparece como la Cenicienta incluso antes de que acabe la fiesta (o el velatorio) electoral. En caso contrario, estaríamos mucho mejor. Porque existe una coincidencia absoluta sobre la imperiosa necesidad de que la austeridad se adueñe de las instituciones y servicios públicos y no debería haber sido tan difícil que, como mínimo, los dos grandes partidos se hubiesen sentado a decidir dónde se metía la tijera, previo pacto de excluir el tema de los ajustes y del escandaloso endeudamiento que campa por doquier del debate político, como se hizo, más tarde que pronto, respecto del terrorismo. Desgraciadamente, queda crisis por delante y oportunidad, por tanto, de tender de verdad la mano.