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Que la Navidad se acerca peligrosamente no es algo que pueda pasarnos desapercibido. Desafortunadamente hay miles de sujetos que dedican su tiempo, y sus mejores capacidades a iluminarnos al respecto. Obviando su muy respetable componente religiosa, para muchas personas el anuncio del evento supone un marrón de gama alta. Felicito en este sentido a todos aquellos seres privilegiados en los que se acumulen las siguientes circunstancias favorables:

a.- Gozar de una familia (en el sentido amplio, navideño) carente de miembros insufribles, impresentables, metepatas, sobrados, enterados, irascibles, suspicaces, hiperactivos, gorrones, cretinos, soberbios, aburridos, troleros, intransigentes, verborreicos, fantasmones, cotillas, envidiosos o caraduras.

b.-Disponer de un holgado presupuesto para regalos, de tal manera que se evite el bochorno que suele acompañar a la entrega de un presente ridículamente insignificante.

c.- (Suponiendo cumplida la premisa "b"), disponer asimismo de la aptitud (que o viene de serie o no hay tu tía) de elegir regalos idóneos, de manera que consigan eludir el bochorno que suele acompañar a la entrega de presentes ridículamente inapropiados.

A quienes no cumplan con el requisito "a", les esperan (como por otra parte les enseñó ya generosamente la experiencia) unos días no carentes de cierta euforia con tintes de sobreactuación, trufadas con momentos realmente prescindibles en los que la entrada en escena de un cuñado gruñón, una suegra entrometida o un nuero beodo supongan el punto de arranque para el establecimiento de una situación inhóspita. Siendo alta la probabilidad de encontrarse con escollos de esa naturaleza, mi recomendación es procurar no agravarlos mencionando la soga en casa del ahorcado ( Un ejemplo: no hablar ni por asomo de ascensores en casa de edil mahonés). Es conveniente evitar igualmente la tertulia política y todo argumento que tenga siquiera tangencialmente nada que ver con asuntos de herencias pasadas, presentes o futuras.

Ir siempre un puntito bebido (si no se ha de conducir) ayuda a surfear cenas y sobremesas dudosas. Contar hasta cincuenta antes de expresar con claridad lo que uno piensa suele ser también recomendable. Una buena cara de póquer como reacción a cualquier situación desestabilizadora es sencillamente imprescindible; tanto como no descuidar la atención sobre las viandas que ,siendo las más apetecibles, hayan sido presentadas en formato compartible.

Siguiendo las recomendaciones sugeridas no se asegura una plácida velada (la liebre puede saltar en cualquier momento) pero al menos abrimos un cortafuegos (quizás algo endeble dada la fuerza de la querencia) entre la tendencia estadística y nuestras esperanzas.

Para aquellos que no puedan asumir como cumplidas a las premisas "b" y/o "c", no dispongo de consejos plausibles (exceptuando el alejamiento físico, en tan señaladas fechas, mediante un oportuno viaje a otras latitudes). Creo no obstante que pueden disponer de dos consuelos relevantes: el primero es que la entrañable cita no tiene periodicidad trimestral; el segundo, que cabe la posibilidad ( a menos que Merkel empiece a coger manía a la familia de Riesgo y corte el rollo a la primita) de que para futuras ocasiones llegue a ser considerado un optimo regalo un paquetito con aspirinas, media docena de huevos y un par de muslos de pollo.

Dicho lo cual ( como gusta repetir a los tertulianos), les deseo que llegado el momento pasen ustedes unas felices fiestas.