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Hace tiempo que dudo muy seriamente de la utilidad de los debates que se llevan a cabo en sede parlamentaria, en concreto en el Parlament balear. Las intervenciones de unos y otros diputados acostumbran a ser teatrillos, intercambios partidistas de reproches en busca de unos minutejos en el telediario de IB3 o un rinconcete en la prensa local. La descomposición democrática ha llevado a esto, puesto que las decisiones cada vez más se adoptan en reuniones de escasos miembros y muchas presiones externas, como la omnipresente ahora de los mercados. En el Parlament se instan marcianadas a un ministerio, se apoya, se reclama, se lamenta. Los propios lanzan preguntas para que el conseller se gane un aplauso. No obstante, en la trastienda también trabajan los diputados, todo hay que decirlo. El nacionalista Manel Martí se interesó por escrito por el futuro emplazamiento de la Escuela de Adultos de Maó, y el conseller de la cosa le informó por escrito que se está planteando, y además en serio, que los alumnos senior se acomoden en la planta baja del antiguo Hospital Verge del Toro. Cabe recordar que el PP alguna vez propuso para tal fin los cuarteles de Santiago. Puestos a ubicar a estos sufridos estudiantes, a los que se les ha faltado ya al respeto de todas las formas posibles, en inmuebles en desuso y en estado de ruina se podría plantear su traslado al propio Parlament. Es otro tipo de edificio en ruina, pero con calefacción y cómodos sillones.