17 de julio de 1961. Plaza Explanada de Mahón. La Guardia Civil desfilando al mando de su capitán D. Bartolomé Dalmau Bordoy (E.P.D.)

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Y continué charlando con Antonio Viver, del viejo caserón esquina Santa Teresa con San Nicolás . Propiedad del señor Parpal. Edificio de grandes proporciones, muy deteriorado, tal cual el cuartel de la Guardia Civil. Dos grandes casas, una frente a la otra. Diría yo, las más significativas de la barriada en cuanto a altura y proporciones, tal cual dos torreones, al tanto del movimiento marítimo. Desde sus terrazas se divisaba toda la rada, La Mola, San Felipe, Es Castell, s'illeta Plana, la del Rey… Lugar ideal para jugar al escondite, con rincones propios para guarnecer a cualquier participante de aquel divertido juego quic a amagar.

La de Parpal albergaba a los Carabineros y a los Carabineros de Mar, dos cuerpos muy semejantes .Los primeros vestían traje en tono gris verdoso, mientras los llamados de mar, su uniforme era en tono azul oscuro, ambos con gorra plana. De plato, como decían algunos. Ambos pertenecían al cuerpo armado español cuya misión era la vigilancia de costas y represión del fraude y el contrabando. Creado en 1829 e integrado en la Guardia Civil en 1940. Protegiendo las fronteras y el ámbito rural. Mientras los segundos disponían de una barquichuela a remo, pintada en gris oscuro que amarraban frente a la Aduana .Se les veía salir del amarre, con buen tiempo y con temporales, debían cumplir las horas de servicio. Es fácil imaginar, que en más de una ocasión, tan solo debieron llegar hasta la recoleta cala Rata o Ratolí , lejos de la mirada de cualquier superior, saliendo de su escondrijo a la llegada de las barcas de pesca, la arribada del vapor y, por supuesto, al llegarles un soplo a modo de chivatazo.

Volviendo a los pabellones, si mal no recuerdo, en la planta baja se encontraban dos y cuatro en el primer piso. Se accedía al piso superior por una ancha escalera de ca senyors protegida por una barandilla muy trabajada en Dios sabe que herrería de nuestra ciudad.
En aquel edificio vivieron amigos muy queridos y aún hoy muy recordados. La familia Turrado Riesco, padres de José, que nunca más supe de los mismos, al igual que mis amigas las hermanas Montse y Carmen hijas de Salvador Camí Sastre y la señora María, una catalana muy plantosa y muy simpática, tenían un hermano que se llamaba como el padre, tuvieron una 'tardanilla'. Me encantaría saber de ellos. En ella vivió mi amigo Manolín Bonet, hoy el popular padre Manolo. Su madre, la señora Margarita, siempre tan bondadosa, hacía ricas cocas amb oli i sucre, que comíamos de camino a la doctrina de las Carmelitas. Añadir, que yo gozaba que la familia Bonet me confiara a su único hijo, haciéndome sentir una chica mayor cuando tan solo le ganaba de muy poco.
En el mismo lugar vivió María Jesús López Moure, su madre Sara, gallega espabilada que hicieron tantos años en nuestra ciudad que cuando se marcharon a La Coruña, lo hicieron con tristeza, habían llegado a Mahón siendo la niña muy pequeña y ya era una chica casadera.

Otra familia muy especial, los Blázquez Salgado. María Luísa, la mayor e Inés, pecosilla y muy graciosa. Las hijas de Justo Rivera, Antoñita, que a lo largo del tiempo hemos gozado de verla interpretar en los mejores escenarios de la Isla, sus hermanas Natalia y Pili, y aquella santa madre, modelo de sumisión, siempre a las ordenes de su suegra, una santlluïsera. Y Lola, esposa de Ruiz, el radio, sus hijos Tito y María del Pui. Y no voy a continuar con aquel vecindario, temerosa de olvidarme de nombres y datos que siempre podré ir añadiendo.
Al salir de aquel pasillo, un estruendo promovido por la vieja Hunderwoth, que con gran ligereza, tecleaba uno de los guardias más queridos por chicos y mayores. Juan Prieto Huguet. Hijo de la tía María, vivía en la calle de San Sebastián frente a la tienda de Mando. Recuerdo que al fallecer la que había sido la tía de todos, nadie sabía los años que debía tener, porque siempre la vimos tal cual, de negro, pelo canoso y su moño sobre la nuca. Su vestido negro y su delantal del mismo color a rayas blancas y grises, siempre igual, su sonrisa, su bonhomía, trabajando.

Aprovechándome de la buena memoria de Toni Viver, anoté los nombres de los capitanes que pasaron por la comandancia a que hago referencia:

Alberto Sandoval Fontcuberta (natural de Villa Carlos) . Bartolomé Dalmau Bordoy. Antonio Pérez Mercadal (hijo de la señora Teresa, que daba clase de corte y confección frente a casa Alejandra, hija de uno de los hombres más importantes con que ha contado el mundo del caballo en toda Menorca, en Toni de sa lejía. Otro de estos destacados militares fue Pedro Vila Guardia, que se retiró de coronel, su hermano también perteneció a la Benemérita. Aprovecho para mandarles mi recuerdo y mi admiración en memoria de su padre, uno de los mecánicos más importantes de la Isla, maestro de Maestría Industrial, íntimo hasta sus últimos días de Gori, juntos batallaron para el perfeccionamiento del motor Joyca. Continuando con los capitanes, corresponde el turno a Miguel Tugores Vicens, Gabriel Méndez Cladera y Horacio Mancilla Cascallana. (A cuantos pasaron a mejor vida, mi plegaria y mis flores 'des lloc de sa figuera').

En el apartado de mi memoria infantil, se encuentran dos sargentos inolvidables, el padre de María Rosa Vicente Ferrá, la que fue mi gran amiga y continuamos en ello a pesar de vivir en Camprodón.

Don Nicolás Saiz Puente, fallecido en el 2008, apreciado por cuantos le tratamos, casado con la señora Juanita, natural de Es Mercadal, de la que guardo un grato recuerdo al igual que de sus hijos Amancio y José Luis.

Entre listados de superiores, vecinos es fácil un equívoco como el que sufrí, al decir qué mi buen amigo Antonio Viver se había jubilado de teniente honorario. Cuantos saben de escalafones debieron percibir es meu disbarat, lo segundo, lo de honorario, lo recibió mucho después tras haber sido invitado por sus antiguos compañeros lo solicitara, algo que en un principio el yerno de Burdó era reacio a ello.

Antes de despedirme, me habló de Martín Serra Alabau, cabo 1ª del muelle, destinado en Aduanas. De cómo improvisaron un desfile en la plaza Explanada de nuestra ciudad resultando ser un éxito, gracias al teniente Francisco Prados Jiménez, motivándoles al paso marcial de la consabida instrucción para que fuera un éxito, como resultó ser, incluso la prensa se hizo eco del desfile. Multitud de mahoneses se dieron cita en la Explanada, aplaudiendo a su paso.

El día que se despidió de su puesto de trabajo al que se había dedicado en cuerpo y alma, lo hizo con gran sentimiento. Hoy conmemora cuando todos los meses acudía al banco con su bolsa en la cual depositaba es doblers con las nóminas de sus compañeros de toda la Isla, la paga mensual de aquellos que recorrían la Isla a cualquier hora del día, intentando ayudar a cuantos precisaban de ellos, los tiempos habían cambiado sumándose nuevos destinos. El Aeropuerto, los primeros motorizados, el tráfico como llamaba el pueblo.

Con la modernidad, el cuartel y las familias pasaron a la carretera de Sant Lluis, y los caserones a los que más arriba hacía referencia, se convirtieron en pisos y apartamentos, al pasar por el lugar, no se escuchan los aparatos receptores, acompañando a las familias que hacían bisutería, ni se encuentran los niños jugando en la calle, ni la tertulia de los guardias en días de bonanza, en la puerta del número 25. La máquina de escribir de Prieto, debió ir a parar a cualquier montón de trastos, pero en mi memoria siempre perdurarán mis vivencias, con aquellas familias y principalmente los niños des quarter de sa Guàrdia Civil.
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margarita.caules@gmeil.com