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Más que una carta a los Reyes Magos, estaría bien hacer una lista, aunque fuese mental, de propósitos para el 2012. Cosas que, nos guste o no, deberíamos cambiar para mejorar personalmente y es que, según dicen, y aunque haya quien no se lo crea, cuando uno es feliz consigo mismo consigue contagiar ese sentimiento a los demás. Yo, más que desvelar mi lista de propósitos para el año que viene (que no va más allá de pedir salud, seguir aprendiendo a tocar la guitarra y asistir a algún que otro concierto), voy a repasar los que han ido llegando a mis oídos a lo largo de estos meses. Decía más de una que lo primero que haría es apuntarse al gimnasio. Una buena idea si de lo que se trata es ganar en salud y bienestar, pero nunca si lo que se persigue es ese perfil que nos muestran continuamente los medios de comunicación. Jamás me cansaré de criticar aquellas publicaciones que en sus editoriales dicen rechazar la extrema delgadez pero que, a la vez, ilustran sus páginas con mujeres a las que les hacen falta más de tres bocatas. Por otro lado, está aquel que dice que se apuntará a inglés. Gran idea donde las haya y es que ya sabemos que España no destaca precisamente por su habilidad con los idiomas extranjeros. Y aquí la culpa la tenemos todos: centros educativos, televisión, familias... Supongo que es una cuestión de voluntad e interés, como todo en esta vida. Igual que tener respeto por lo que nos rodea, por ser más amables... pero estos son otros puntos que requieren reflexión. El resto de propósitos, en la próxima edición.