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No sé ustedes, pero yo si echo la vista atrás no más allá de cuatro días, veo que las cosas se mueven con los mismos hilos que siempre se han movido y salvo que seguimos siendo más viejos, continuamos tarareando las canciones de siempre. Salvo las excepciones habituales, la mayoría de nosotros hemos pasado del sueño de ser algo más ricos unos y tapa agujeros los más, a enfrentarnos con la cruda realidad del punto y seguido aunque esos puntos se nos antojen en muchos casos como suspensivos o en forma de inquietantes interrogantes. Pero qué diablos, al menos podemos entonar una vez más la canción familiar esa de "que al menos tengamos salud que es lo importante". Claro, que vamos a decir, es caso obligado aunque en el fondo todos estemos algo pachuchos. Le dimos al taponazo, al del cava quiero decir, en una noche buena que en el fondo no lo fue para millones de personas cercanas, no más allá de la vuelta de la esquina. Nos metimos de pleno en la Navidad y seguimos con el tapón para que las burbujas de nuestras alzadas copas nos cedieran espacio donde escondernos por unos instantes, donde ocultar nuestras propias miserias disfrazadas de quebradizas y falsas bondades. Y con la experiencia adquirida que da un estómago más lleno de lo habitual y algunos grados de más de alcohol en sangre, ya estamos preparados para emprender la última carrera para ponerle punto final a este terrible año. Pero eso ya es otra historia que ya les comentaré, no adelantemos acontecimientos que es uno de nuestros vicios preferidos.