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El PP se ha encontrado con una situación económica crítica en las arcas públicas. No solo en las del Estado, sino, y especialmente, en las autonomías (incluidas las gobernadas por este partido), y en la gran mayoría de los ayuntamientos. Es probable que llegue el momento de exigir responsabilidades a los anteriores gestores públicos y quizás sea ésta una de las misiones que deba asumir el nuevo fiscal general del Estado. Sin embargo, el PP no puede mostrar sorpresa por el estado en que se encuentran las administraciones ni tampoco parece verosímil que el dato del incremento en dos puntos de la previsión de déficit público, guardado en secreto, le haya obligado a modificar sus planes y aplicar una subida de impuestos a disgusto para evitar otra crisis de la prima de riesgo. El incremento de los impuestos es tan importante que no puede entenderse como una acción improvisada y de urgencia. Mariano Rajoy se ha comprometido a decir siempre la verdad a los ciudadanos, por dura que sea. Haciendo lo contrario de lo que prometió en campaña electoral no es una buena forma de empezar la legislatura. Los ciudadanos han demostrado su capacidad de afrontar las dificultades siempre que sepan los motivos y sobre todo para qué servirá su esfuerzo.