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Llevaba años el PP, mandatos enteros, demonizando cualquier incremento del Impuesto de Bienes Inmuebles, denunciando, a veces de forma exagerada, la carga que suponía para el ciudadano el pago anual de "sa contribució". Una vez ocupadas las poltronas de la mayoría de los ayuntamientos de la Isla, el PP actuó de diferentes maneras en esta cuestión, subiendo, manteniendo o recortando con timidez los tipos impositivos, disculpándose en prácticamente todos los casos por no haber podido ser más generoso con sus respectivos conciudadanos a causa de una maltrecha situación en las arcas municipales. Aún así, el mensaje liberal de cuantos menos impuestos mejor permanecía inalterado, ya que no se aplicaba al extremo en el caso del IBI solo por unas circunstancias extraordinarias. Pero en estas que llega el Gobierno del oculto Rajoy y anuncia una subida del IBI con criterios nada equitativos (viviendas de idéntico valor no pagarán el recargo en un pueblo y sí en otro en función de la media del municipio en cuestión), que deja como mínimo descolocados a sus compañeros de partido que luchan a diario para tirar hacia adelante sus consistorios y al mismo tiempo justificar decisiones que van en contra de lo que hasta hace poco defendían con ahínco. La derecha sube impuestos como si fuera el PCE, con decisiones de peso que contradicen lo prometido en la campaña electoral. Una traición ideológica y democrática, incluso para los propios.