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Desde que la obsesión por la reducción del déficit público, impuesta por los usureros denominados "mercados", ha contagiado a la práctica totalidad de las administraciones públicas, los usuarios hemos activado todas las alertas para detectar cualquier deterioro de lo que consideremos nuestro Estado del Bienestar. Ocurre también con los partidos ahora en la oposición, que con buena lógica, salen a denunciar toda erosión de los derechos ciudadanos adquiridos. Bien hecho, sin duda. No obstante, considero que algunos han dramatizado un poco demasiado el hecho de tener que pagar diez euros por la nueva tarjeta sanitaria. Los más críticos relacionan esta tasa con la inminencia del copago sanitario, con el fin de la sanidad pública universal y gratuita (que no descarto a medio plazo ni comparto para nada). La han demonizado con frenesí, cuando todos abonamos sin rechistar otras tasas similares como la que se cobra a todos los españolitos por el simple hecho de renovar el Documento Nacional de Identidad, que por sí mismo no nos otorga ninguna prestación. Y no digamos cuando uno acude a sacarse o renovar el carné de conducir, autoescuela aparte. Lo que ocurre es que la tasa del DNI la tenemos interiorizada y que la tarjeta sanitaria nos viene de nuevas, y además en un ámbito sensible como la sanidad. Mucho más grave me parece que reduzcan las plantillas de médicos o enfermeros. O el copago, cuando finalmente se produzca.