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El edificio histórico de Can Saura, uno de los tesoros barrocos de la arquitectura menorquina, tiene un futuro más que incierto. El Ayuntamiento lo adquirió en el año 2000 por 1,5 millones de euros. El año siguiente se restauró la cubierta y después se han emprendido unas obras de rehabilitación que ahora parecen terminadas, aunque siguen inmersas en una polémica sobre su coste y las deudas con los pequeños industriales que han participado en las mismas. La administración ha pagado 2,8 millones de euros y la UTE le sigue reclamando unos 600.000 por un incremento de costes que no acaba de justificarse. Sin embargo, ésta no es la cuestión importante, sino que el Ayuntamiento cuenta con un edificio que debía y podría convertirse en museo, pero que no hay recursos para desarrollar esta iniciativa ni para mantenerla. El alcalde lo ha ofrecido como posible sede de un parador nacional, está dispuesto a venderlo si algún particular quiere convertirlo en un hotel de interior y si, al final, se abre como museo habrá que financiarlo con las entradas y los servicios que se adjudiquen. ¿Necesitaba Ciutadella esta propiedad municipal cuando dispone del museo del Bastió y del edificio señorial Saura Morell?. La oportunidad de entonces, vista desde hoy, se ha convertido en un problema.