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Muchos aficionados del Sporting Mahonés vivieron ayer una triste jornada ante la noticia de la próxima disolución del equipo y su descenso a Regional. Este caso es la expresión más punzante del grave problema de precariedad económica en que se desarrolla la actividad de la mayoría de entidades deportivas de la Isla. En el ocio deportivo no es tiempo de grandes proyectos de futuro, sino de ajustes para conseguir que las ilusiones no se desvanezcan después del drama de la crisis. Existe la responsabilidad de los gestores, cuando no se han tomado las medidas adecuadas y se ha optado por mantener o impulsar estrategias con muy escasas posibilidades de éxito. Paco Segarra tenía un ambicioso plan, con aspectos atractivos, pero al mirar tan alto ha caído más rápido. Otras entidades deportivas de toda la Isla han sido más cautas y han renunciado a competiciones porque no disponían de recursos o han equilibrado siempre la economía con la actividad deportiva. El Sporting Mahonés, como todos los clubes, más allá de la propiedad, vive de sus aficionados. Ahora conviene pensar en la promoción del deporte base y en volver a crecer con ilusión. Empieza ahora una historia nueva. Es lo que tiene la crisis, la oportunidad de hacerlo mejor.