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"Cuando el tiempo me haya marcado con sus huellas imborrables, yo envolveré mi rostro bajo velos, lo cubriré por siempre detrás de abanicos, para que la muerte pueda trabajar a solas, tranquila, en mi piel". ( Elisabeth, emperatriz de Austria-Hungría.)

Este año no se ha cumplido, lo de per Nadal, una passa de pardal. El tiempo es tan bonancible, que oscurece cuando debe hacerlo. No llueve, apenas se balancean las cañas de bambú. Menorca ha dejado de ser la balear de los fuertes vientos por lo que fue conocida en tiempos de nuestros antepasados. Bajan las temperaturas, de buena mañana, al ir a ordeñar, por ventura que los calcetines que Quica va tejiendo a mano, con sus cuatro agujas, a la antigua, nos protegen de la climatología. El momento de munyir es apacible, la cercanía con nuestras vacas nos conforta, nos anima el alma, hablándoles de nuestras cosas, de estas preocupaciones, que a buen seguro, son insignificantes, comparadas con los graves problemas que envuelven el siglo XXI. Na Vermea, arrima el oído, atenta a nuestro susurro, son tantas cosas que le afectan.

entimos con dolor la partida de una buena amiga, mejor diría Guideta, una gran amiga, mujer inigualable, sencilla, admirable. De ella destacaría su humildad, innata en ella. La noche de su entierro, sentadas junto al fuego le ofrecimos nuestras plegarias. Al finalizar, la conversación continuó con detalles y estas cosas vividas que siempre están ahí, presentes. Los desayunos en el viejo Dineret de los ochenta, noventa, ya lejanos. Todos bajo la batuta del señor de los Bucaneros, el maestro d'escola, hablándonos de infinidad de cosas desconocidas por muchos.Y María Antonia de Olives de Vidal, le rebatía… Juan, te equivocaste, no fue así, aquel abría sus expresivos ojos, algo apagados. Continuando con su lápiz, perspicaz e infatigable dibujando intentando caracterizar alguno de los allí presentes, mientras se escuchaba a Pepe, el nuevo conserje recién llegado de Argentina con su esposa y sus hijos, preparando el primero de la mañana es que te deixundia.Aún hoy, a pesar del tiempo transcurrido, en mis dietarios se encuentran anotaciones que escribí al dictado de unos y otros. Y cómo no, tus recetas, especialmente las navideñas. María Antonia, con su sonrisa, la que siempre le acompañaba. Para finalizar hablando de los hijos, de la familia, de estas cosas que para las mujeres son tan importantes. Y su nieto, Ignacio del que siempre había algo por explicar, cosa d'àvies.

Una de aquellas veces de grato recuerdo, al llegar y tomar asiento, el Bucanero mayor, me insistió… Ala, Guideta… "digues-li lo que m'acabes de dir d'ella…" No faltaba más, respondí. "Que més que senyora de lloc, me sambles una madona". Se levantó y me abrazó, a la vez que respondía… es el mejor piropo que se me puede hacer. A ella le encantaba el hablar con las gentes del campo, con los obreros, con los más humildes, jamás se le vieron aires de grandeza por pertenecer a Cas Síndic, antes bien todo lo contrario.

Nos despedíamos, entre risas de unos y otros. Dejando en el interior una nube de humo producida por los fumadores, como decía don Marcelino Mir, al cel sia , habitador des Dinaret de tota sa vida, siendo niño le encantaba mezclarse con los parroquianos, sin otro ánimo que escuchar a los mayores, perdido entre humos de diversidad de marcas de cigarrillos, aprendiendo a liarlos, auténtica escuela, en tono humorístico añadía… açò era més que una universitat.

Mientras en la puerta intentábamos despedirnos, pero siempre había un tema que nos hacía reincidir. Y Maria Antonia, tan guapa ella, con la auténtica hermosura que brota del interior, que no sabe de últimos modelos, ni peinados, ni aderezos, valiéndose de su ensortijado pelo, en verano sus alpargatas de esparto atadas en lo alto de sus tobillos, su cesta que colgaba con donaire, y su vestimenta tan suya, tan peculiar, su pañuelo anudado a su cuello, con su estilo propio. María Antonia de Olives era única. Para las más jóvenes representaba, el modelo ideal de mujer. En realidad todas admiraban a "sa senyora de Formet Vell".

Inducida por aquel grupo, me decidí a publicar una especie de librito que se iría publicando en varios capítulos, conteniendo mis escritos de "Ses Xerradetes" y que, debido a mi escritura en castellano, el PSOE no me apoyó y el Institut Menorquí d' Estudis, tampoc. En cambio, Juan Moysi se ofreció para escribir el prólogo y María Antonia, me dibujó la portada, una casa de campo, tema que a ella y a esta servidora, nos apasiona, y que agradecí. De ahí, también nació la idea de que Moysi publicara sus poesías, una de ellas dedicada a María Antonia a la cual tituló, "Castellana de Formet".

Castellana de Formet,
Senyora de cap i peus,
Dona, per vida d'hereus
De n'Ignasi Simonet;
Aigua pes qui pateix set,
Bons consells, si te la creus.
Artista i bona cuinera
Sap fer el que és bo, millor;
Cuidant molt sa tradició,
Ella sempre té manera
Igual, fer una panadera
Que un rostit en cuscussó.
D'albergínia fa un pastís,
En suc de rem com a mel;
Que és com un trosset de cel
En taula de paradís;
Com un sol en dia gris,
O en nit negra, un estel.
Maria Antonia, amb sa glosa,
Que t'he fet i te dedic,
Per acabar, jo et dic,
A viva veu una cosa;
¡Ets dona que no fas nosa
Ni a n'es pobre, ni a n'es ric!

Llegó el momento de despedirme, desde la ventana de "s'estudiet de darrere", observo grandes nubarrones, que no me extrañaría acabaran en un chaparrón. Obligándome a dejar la escritura para recoger la ropa tendida. Pero antes acompañar con el dolor y dar mí más sentido pésame, a su esposo, Ignacio Simonet, a sus hijas Marta y Lourdes, a su yerno Miguel Capella, a Ignacio, único nieto, a hermanas y a toda la familia.

PD: Después de entregar este artículo he conocido la noticia del fallecimiento de Ignacio Simonet, el marido de María Antonia de Olives de Vidal. Por este motivo quiero expresar mis condolencias a toda la familia

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margarita.caules@gmail.com