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"Alegría y amor son las dos olas de las grandes acciones"
J.W. Goethe

Hay valores que no mueren con la persona, uno de ellos es la amplitud de miras. Los que tienen esta cualidad dejan una huella positiva que continúa dando buenos frutos cuando dejan de pertenecer al mundo de los vivos. Por ejemplo: quienes dan una buena formación moral a otras personas y éstas, a su vez, la transmiten a las nuevas generaciones. Es muy distinto los que se mueven de un lado para otro sin un fin concreto como una marioneta de los vientos que soplan, del capricho, de la publicidad, de las modas y del temor al qué dirán… Son entes de miras muy cortas y mezquinas. Su ideal de la felicidad es tener, exhibir y aparentar. En cambio, quienes motivados por altas aspiraciones, esfuerzo, voluntad y perseverancia viven y se desviven para realizar acciones nobles; son personas con ideales, con amplitud de miras, con el objetivo de ser útiles a los demás. "No busques al hombre con la linterna, sino con el corazón, puesto que solamente abren los hombres su corazón al amor" (Rosegger).

Es nefasto vivir encerrado en sí mismo y no ver más allá de las propias narices. Solo si salimos de nuestro caparazón ruin y miope elevando nuestra mirada a las elevadas cumbres de la generosidad y del bien común estamos en buena actitud y disposición. Sintamos la propia identidad sabiendo que no es perfecta pero pongamos voluntad en perfeccionarla. Seamos positivos sembrando comprensión y esperanza. "Al perder el interés apasionado por nuestros semejantes, hemos perdido la capacidad de ser felices", subraya A. Montagú. Cultivemos la vida de amor a nuestro prójimo y a nosotros mismos. El truco para alcanzar la felicidad está en saber disfrutar diariamente de las cosas pequeñas, aquellas que para la mayoría de los mortales carecen de importancia. "La senda del justo es como la luz de la aurora, que va en aumento" (Prov. 4,18.).

La amplitud de miras es la manera de ver las cosas con corazón limpio. Con la mirada serena, se aprende a descubrir el lado bueno de las personas y de las circunstancias. También a distinguir lo esencial de lo accesorio. Es la mejor actitud para darse cuenta de la belleza de la vida, apreciar y aprender lo bueno de nuestros semejantes. La magnanimidad o amplitud de miras supone tratar a los demás con ánimo benévolo, sin torcidas intenciones. "Bienaventurados los limpios de corazón porque ellos verán a Dios" (Jesús de Nazaret).