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"Sectario" y "sentido común": dos palabras muy en boga ahora. Últimamente, la derecha política, los tibios del centro (o sea: la derecha) y la gauche divine (o sea: la derecha) califican a los que no piensan como ellos de "sectarios". Dice el D.R.A.E. que "sectario es aquel que pertenece a una secta", pero en este caso que nos ocupa y relacionado una vez más con la perversión del lenguaje, se llama "sectario" a aquel que no acepta el pensamiento unitario del actual Discurso de Valores Dominantes, que es el de "la Tierra, Una, Grande, y Libre", una porque si hubiera otra muchos nos iríamos a ella, grande porque en ésta caben todos los chorizos de gama alta, media y baja y libre porque se puede robar impunemente y con la mayor caradura a cara descubierta, desde el alunizaje del vallecano cutre, hasta la especulación salvaje y amoral de "los mercados".

Los genios de la sociología única aseguran también que "la lucha de clases está superada" y que "los sindicatos están trasnochados, su discurso es decimonónico y deberían reciclarse". El mensaje que envían a las formaciones sociales es algo así como "la empresa somos todos, recíclense, sean ustedes de derechas". No sé para que se esfuerzan en convencerlos sí no hace falta: algunos ya lo son, una determinada izquierda sindical y política ya no es lo que era, lo demostró cumplidamente en el mayo francés del 68, traicionando al movimiento "indignado" de entonces. "La lucha de clases está superada", dicen, y por tanto el marxismo. Una cosa es cierta en todo esto: el marxismo como praxis política ha sido barrido por una clara muestra de los defectos de la condición humana.

Desde luego cuando alguien, persona o partido toma el Poder Absoluto, no lo suelta así lo maten y además lo ejerce absolutamente, sea un nazi o un marxista-leni-stalinista.

Decía Sartre que el hombre es un error de la Naturaleza. A veces lo parece.

Por tanto, es evidente que el marxismo como praxis política institucional ha sido expulsado de la Historia sin darle más vueltas, eso les ha venido bien a sus enemigos para invitarnos a todos que nos volvamos de derechas, "nosotros o el caos" dicen. Mejor deberían decir "nosotros y el caos" visto lo visto en esta anarquía de mercado que es el neoliberalismo.

Sin embargo hubo un marxismo crítico posterior a la Segunda Guerra Mundial (Maurice Dobb, Pierre Vilar y otros) que planteaba la utilización de esta ideología solo como método de análisis histórico para interpretar el pasado, desmantelar las mentiras del presente y construir un futuro mejor. Uno de los pensadores españoles que abrazaron esta nueva perspectiva marxiana fue el profesor Tierno Galván.

Pienso que esta alternativa al actual Pensamiento Único es muy válida, ayuda mucho a comprender muchas cosas. No es desde luego la panacea, nada lo es en un mundo en el que la razón y la lógica no son la verdad sino pura estadística, sobre todo desde que Heisenberg formuló su Principio de Incertidumbre y la física quántica mostró que la verdad de la realidad se nos escapa, como si fuera el conejo de Alicia en el País de las Maravillas ("¡señor conejo blanco, espéreme! ¡no, no niña, tengo muchísisima prisa!").

Y aquí, para irse manejando en este valle de lágrimas (algunas de cocodrilo y otras auténticas), entra lo del sentido común, que no consiste en otra cosa que el esfuerzo del ciudadano para comprender lo que pasa cuando la lógica falla y domina la dialéctica, es decir, la oposición de contrarios tan propia de este mundo actual, lleno de círculos cuadrados y redondos a la vez, que confunde a la gente corriente. El sentido común, que es tanto como decir la intuición, como una forma superior de análisis, se impone al razonamiento discursivo. La dicha intuición no es otra cosa que una iluminación súbita, como resultado de las asociaciones de ideas contenidas en ese disco duro que es el cerebro y acumuladas a lo largo de la vida. Cuanto más edad alcanza una persona más experiencia acumula y concatena ideas más rápidamente.

La razón, que es un invento humano para intentar aprehender la realidad, no es la panacea. Sobre todo porque tiene que convivir con la subjetividad de los sentimientos. Los yankees que lo sistematizan todo, que presumen de haberlo inventado todo, despreciando la milenaria cultura europea y nos lo cuentan a través de Eduardo Punset, lo llaman "inteligencia emocional". En cualquier caso, razón y sentimiento son dos componentes del actuar humano, su combinación equilibrada es precisamente el sentido común. Un equilibrio inestable que se pierde y recupera continuamente puesto que la convivencia de ambos rasgos se da en forma de conflicto: es la lucha del mundo interior, la tragedia humana.

Bueno, al menos mientras buscas el equilibrio interior no te aburres.

En el mundo actual y España no es una excepción, la razón está al servicio de los demagogos en su forma perversa: el sofisma. Por lo tanto para salirse de su poderoso y nocivo influjo, y poder comprender la situación económica, social, el mundo de la judicatura e incluso el propio sistema político, (esa dictadura sutil que algunos llaman democracia) no queda más remedio que acudir al sentido común, el cual nos dice que hay realidades más allá de la razón y que pueden ayudar, haciendo encaje de bolillos, a explicarnos este caos de ideas en el que nos encontramos, que por otra parte es característico de las etapas de crisis estructural.

Confesión final: Dadas las circunstancias, me considero sectario, terriblemente subjetivo y tendencioso. Así, de sectaria, subjetiva y tendenciosa, califican algunos lo que es simplemente opinión discordante; son los que se creen en posesión de la verdad negándole el pan y la sal al sentido común al que denominan "el menos común de los sentidos" que es tanto como no decir nada, además de ser una boutade.