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Menorca fue declarada Reserva de la Biosfera en el mes de octubre de 1993. Son casi 19 años en que esa declaración ha tenido algunos efectos positivos, especialmente en el campo científico y en otro, más genérico, de sensibilización sobre la conservación del territorio y su paisaje. Sin embargo, la Isla no ha aprovechado otras vertientes, principalmente las que tienen relación con sus posibles efectos favorables para la actividad económica. La UNESCO tiene previsto ubicar aquí la sede mundial de las reservas insulares y costeras, un título que se compartirá con la isla coreana de Jeju. Un paso importante es el congreso que se celebrará la próxima semana y que atraerá a Menorca a representantes de 19 reservas de todo el mundo. No hay duda de que este proceso representa un paso adelante en el desarrollo del proyecto de Reserva de la Biosfera. Nuestros representantes políticos y los colectivos sociales y empresariales han de saber aprovechar tanto el congreso como las posibilidades que ofrece la ubicación de la sede mundial. Disponemos de una marca que nos diferencia como destino turístico, y detrás de ella hay un buen producto, pero el prestigio que pueda conseguir depende siempre del valor que le demos los menorquines.