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Están bien los guiñoles franceses para hablar y predicar con ejemplo. Personalmente me han sentado muy mal las insinuaciones que han hecho con sus polémicos 'gags' sobre que los grandes campeones españoles se dopan. Imagino que es a lo único que se pueden agarrar cuando la envidia te corroe por dentro y el único triunfo que hueles está al otro lado de los Pirineos. Pero no pasa nada, esta 'libertad de opinión' que algunos anuncian a bombo y platillo deja en evidencia una vez más lo patéticos y mal educados que son algunos a la sombra de la Torre Eiffel.

Si algún día se quedan sin ideas para sus sátiras, pueden recrear el ridículo que hicieron en el pasado Eurobasket en el que se dejaron ganar por España para no verse perjudicados en los cruces de la segunda fase, cayendo 69-96, y luego, cuando se lo tomaron enserio, en la final, perdieron 98-85. Fueron la mofa de todo el planeta baloncesto, dejando claro a qué altura tienen el amor propio. En el culo, para que quede claro.

Como la memoria es selectiva, no deben recordar que uno de sus mayores iconos y referencias de las que más orgullosos están, el cómic de Asterix y Obelix, está basado en un franchute enano que suple su complejo atiborrándose de anabolizantes, esteroides y clembuterol, todas ellas sustancias prohibidas, camufladas en un frasco al que se refiere como poción mágica. Y luego llaman tramposos a nuestros deportistas...

Desde hoy me he aliado con los romanos en su lucha contra los Galos enganchados al brebaje mágico. Estoy seguro que sin el cóctel preparado por el druida Panoramix los galos hubiesen durado menos que un caramelo en la puerta de un colegio. O un contrato fijo, en una convención de becarios, para qué engañarnos.

Si un deportista hace trampas debe pagar sin importar la bandera ni la disciplina que practica. Pero que metan a Gasol, Nadal, Casillas, etc, que son un referente para millones de niños y niñas, en el mismo saco que otros, porque no hay que olvidar que el dopaje es un problema real y que existe aunque nos pese, es de mal gusto. Una broma sin gracia.

Pero lo que les pesa a los franceses es que los españoles no nos dopamos sino que, como pasa con su ridícula omelette cuando la comparan a nuestra tortilla española, somos mejores porque simplemente le echamos más huevos.
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dgelabertpetrus@gmail.com