Mahón, años 1920. Calle de San Roque. En aquel mismo tramo, veinte años después, a mano derecha se fundaría la Academia Cervantes - Archivo M. Caules

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Me encanta ser una chica mayor. ¡Lo había deseado tantas veces!. No dispongo de títulos académicos. Ni uno, de estos pergaminos codiciados por muchos/ as. Reemplaza a esta clase de nombramientos, una fotografía junto a mi niña Judith, mi nieta. La realizó mi cuñado Antonio Vidal Pons, de Talleres Vidal Vadell, excelente fotógrafo, me capto junto a mi tesoro, la que me dio el honor del nombramiento de "s'àvia", me fascina lo de "s'àvia" Guideta, me crezco al escucharlo. Al igual que cuando la contemplo, en una de las paredes de "s'estudiet de darrera", cerca de la ventana, desde la cual observo este campo tan hermoso, me maravilla contemplarlo en cualquier época del año, en cada una de sus estaciones, es una bendición de Dios. Por ello, para poderlo mirar a cualquier hora de la jornada es por lo que jamás cierro los porticones, ello me conlleva más de una discusión con el resto de mujeres "des lloc de sa figuera" del término de Trepucó. La lluvia, el salitre junto a la humedad se van depositando sobre los cristales, lo que hace que debamos limpiar más a menudo de lo deseado. ¡Es igual¡, respondo, mientras con agua y vinagre les doy un fregado, y a continuación otro con una hoja del "diari Menorca", incluso para esto me sirvo del periódico. Por cierto, por mis amigas Mª. Eulalia y Mª Eugenia me enteré que para lograr una exahustiva "netedat" de la plata y los dorados, antes de hacerlo con el producto deseado, se friega enérgicamente con papel de prensa, mejor si es "amb el Menorca". A continuación se aplica el artículo de costumbre I ja me diran coses.

No vayan a pensar ustedes, que todo es mirar per se finestra. Por las tardes, nos dedicamos a otros menesteres, en invierno, al calor del brasero, hablando de infinidad de cosas. De aquel viernes de febrero de 1956, en que fui la única alumna de la Academia Cervantes de Mahón. Se encontraba en la calle de San Roque, tras pasar la farmacia del señor Maspoch y antes de llegar al cine Victoria. Aquel tramo de casas había sido un antiguo caserón que dio cobijo a una fonda, precisamente de las que dio nombre a las populares. Parada y fonda con sus establos y cabida de carruajes.

Un importante recibidor y una amplia escalinata, conducía al primer piso, donde se encontraba la vivienda de don Juan Gomila Veleta, "al cel sia". Cada vez que acudí acompañada de Gori, me repetía lo mismo: "Aquests arremblador el van fer es Garcias".

El despacho del director y la vivienda familiar se encontraban a mano derecha. Hacia la izquierda se encontraban varias aulas y una escalera interior conducía al porche, con el resto de clases "i un lloc comú". Todo muy limpio, y con mucho orden.

El aula principal, donde impartía el director, el señor Gomila, disponía de dos ventanas que miraban a la calle. Su mesa ubicada entre las dos, de cara a los pupitres, que en aquella fecha se encontraban vacíos. Nadie había acudido a "escola". En uno de los lados, un gran brasero ben animat. Como si fuera hoy, don Juan, el que me imponía sobremanera. Siempre serio, con sus gafas de concha de montura redonda muy a la moda, un pitillo colgando en la comisura de sus labios, en la mano derecha la pala del brasero colocando la molinada, sin dirigirme la mirada, como si no le importara mi llegada. Me preguntó…

Uep… i tu què fas aquí ?

Venc a escola.

Escola…? Què no ho veus que no ha vingut ningú, fa massa fret.

Me invitó a que yo misma decidiera, si deseaba quedarme, podía hacerlo. Fui del parecer de marcharme a casa. Esbozó una sonrisa, contestándome… bona fieta y me fui feliz. En su semblante se había vislumbrado una sonrisa….

En aquel colegio conocí dos Magdas de excepción. Magda Pons, viuda de Antonio Victory de Febrer. Encantadora ella, con sus dibujos de niñas, incluso Juanito Sturla las expuso en el mostrador que miraba a la calle del Norte. Magda, era rubia, con melena, en fin, todo cuanto agradaba a las niñas de aquel desván.

La otra Magda, hija de Calzados Alayor de la plaza del Carmen, también muy joven rubia, puro nervio, que todos los días me paraba a buscarla, me encantaba ir a su casa en su busca, me venia de passada. Llegar al colegio junto a mi maestra, me hacía sentir bien, tal cual una chica mayor.

Y fue gracias a Magda Sintes, la que años después sería ganadora junto a Santiago Barber en el festival de Alaior, cantando… "tenía negros los ojos, era su piel ambarina, una muchacha morena, delicada y menorquina….", que conocí a Maria Eulalia y Maria Eugenia. Vivían en una planta baja, frente a la Mutualidad Mahonesa. Como si fuera hoy, las dos hermanas siempre junto a su madre, mujer encantadora, sonriente y siempre contenta, haciendo punto de media calça. Sentadas en una mesa camilla, tras la ventana que miraba a la calle, la de san Roque. Quien me iba a decir a mí, la relación que llegaría a tener con Layeta y Eugenia, vecinas de porta per porta. Vecinas que para esta servidora representan mucho más que si fuéramos familia, siempre pendientes y atentas de hacer un favor, predispuestas a tender la mano.

Continuamos charlando, la tarde predisponía a ello. Quica y Nina haciendo bailar entre sus manos ambos ganchillos, una tejiendo una puntilla alrededor de un mantel que esta preparando para el ajuar de la nuera de "madona". La otra tejiendo una bufanda a un joven jubilado, que parece ser li fa sa rosca. Por cierto, la labor queda un auténtico escándalo, lo digo por el colorido, colores que eligió el abuelo en cuestión. Predominando un azulón junto a un fuerte amarillo en recuerdo de su querido Deportivo la Unión, que tantas glorias alcanzó en el campo de San Carlos.

Dice Aguedet que sea discreta a la hora de comentar su trabajo. Un ven y ven en color blanco, de tela de la viuda Tolrá, en doble ancho, con puntillas de Balencien, pasa cintas en tono rosa, un bombón, queda precioso.

Praxèdies y Guideta, con el tema, orden, más orden, igual a súper orden. Que le vamos a hacer, viven para y por tener las cosas en su sitio, práctico y a la vez muy ordenado. Mientras tanto, Nena, va dibujando por encargo "s'àvies coremes", dándoles color, recordando a la abuela de la cuaresma. Parece que fue ayer Navidad y ya nos encontramos en puertas de las siete semanas de arrepentimiento, de menjar poc ,como decía el señor Cots, en paz descanse. Todos le recordamos como vivía este tiempo, y lo que llegaba a preocupar a los feligreses de Santa María, llegados el jueves y viernes Santo. Verdaderamente vivía y exteriorizaba su dolor por la pasión del Señor.

Un aromático olor a "romaní", se va adentrando en la cocina, Gori el de la motora, lo depositaba sobre el fuego, le encantaba y en su memoria solemos hacer lo propio. Hoy al igual que Guideta, lloraría la muerte de personas que admiró, e intentó ayudar. Diego Pons Teixidor, hijo de un buen amigo suyo. Y que junto a Antonio, fueron importantes clientes suyos, iniciándose con sus compresores y herramientas, al igual que Germán Torrent Coll, a principio de los años sesenta cuando se estableció con sus hermanos en Mahón. El día que escriba sobre aquel bum de la construcción habré de citarlos.

Y dos amigos más, Toniet de casa Parot, íntimo de mis padres, siempre lo había sido de los Valverde López , a la vez que del mecánico de la motora. Otra gran pérdida, Alberto Saborido, con este le unieron lazos de cursillos de cristiandad, reuniones de hombres de Acción Católica. Aprovecho para testimoniar mi más sentido pésame a los familiares de estas familias, todas ellas muy conocidas y muy apreciadas en nuestra ciudad de Mahón.
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margarita.caules@gmail.com