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"Militar, real, turístico y deportivo en el tiempo, pero ante todo, majestuoso y caballero, el puerto natural de Mahón se ha presentado siempre como un enclave único en las aguas menorquinas. Ahora, llega al nuevo siglo con una de las orillas más tranquilas y acogedoras de la isla ....". "Pocos son los puertos que permiten fondear en su interior, en aguas cristalinas y en plena naturaleza, pudiendo llegar hasta el centro de la ciudad en pocos minutos. Este, quizás haya sido el gran éxito de este puerto excepcional: conseguir que el navegante esté como en su propia casa y no tenga la sensación de asfixia que acostumbran a transmitir los puertos convencionales de nuevo cuño". En estos términos se expresaba J.I. Castelló en un extenso y soberbio reportaje sobre el Puerto de Mahón, publicado en la prestigiosa revista "Náutica" en su número de diciembre de 1999.

Esta apreciación de J.I. Castelló, que era compartida por todos los usuarios de este tipo de instalación, no como sustitutivo de un amarre a tierra, sino como una opción diferente, se había producido como consecuencia de un bien elaborado estudio de mercado, que indicaba la conveniencia de contar con este tipo de instalación singular, en un puerto singular, como es el nuestro. Eran otros tiempos, donde la gestión de los puertos de Baleares, estaba dirigida por el Ingeniero de Caminos, D. Rafael Soler Galla, quien además de su sólida reputación, conocimiento del procedimiento e inquietud por la investigación y sensibilidad con un puerto natural, es un hombre inteligente y culto. Este magnífico profesional trazó las líneas maestras, que luego desarrollarían otros profesionales, para ordenar el fondeo regular y controlado en nuestro puerto, de forma respetuosa con el entorno, que dio como resultado la percepción descrita anteriormente.

Incomprensiblemente -o quizás para justificar las alzas en los concursos públicos con bases y resultados escandalosos- ha sido eliminada la posibilidad de este tipo de ordenación, con nulo impacto ambiental, por recomendación del técnico de grado medio que mantiene en Mahón, la Autoridad Portuaria de Baleares, desde tiempo inmemorial, a su vez asesorado por un entonces Capitán Marítimo, carente de experiencia portuaria. (¿Pensarían ambos que los Capitanes de los buques mercantes o los Comandantes de los Buques de Guerra, iban a confundir las pequeñas boyas de fondeo con marcas de navegación?) En este caso, no hay comparación de precios con el resto de competidores, como hicimos en los artículos anteriores, puesto que es una modalidad singular, que pocos puertos naturales tienen la posibilidad de albergar. Otra vez nos encontramos con la gestión desafortunada de la Autoridad Portuaria. Con los criterios que alumbran sus concursos "públicos", generalmente sin sensibilidad y mostrando una ignorancia absoluta sobre la configuración, necesidades y demanda de la flota de recreo, han eliminado una oferta singular, han cambiado las instalaciones armónicas con el paisaje y la presencia de materiales "amables" y ligeros, por pilotes hincados, aluminio, acero inoxidable, "modernos" elementos de servicios, sistemas de comunicaciones innecesarios (estamos en la era de la telefonía móvil), grandes puertas-pantalla de acceso a los pantalanes, con ostentosos logotipos de ostentosas compañías inexpertas en este mercado, que teóricamente -en sus ofertas en los concursos, incumplidas normalmente a la hora de la verdad- ofrecen servicios que nadie ha pedido, ni necesita, ni utilizaría, en el caso que se ejecutasen. Han obtenido lo que querían: RECAUDAR. Pero han vaciado el puerto, lo han rigidizado, lo han homologado a Marinas comerciales de nueva creación, sin personalidad alguna y todas cortadas por el mismo patrón.

Otro importante despropósito es la estampida de clientes de las terrazas de los muelles, que daban color y vida a la cotidiana actividad. No se salvan los establecimientos de restauración del control recaudatoria de la Autoridad Portuaria, que a duras penas hacen frente a sus pagos -los que no han cerrado todavía- a costa de gravar las consumiciones a los clientes o en detrimento de sus justos beneficios. A falta de conocer las nuevas tasas que regirán en 2012, baste como ejemplo que mientras una terraza en el casco de la ciudad, abona al Ayuntamiento una media de 40 € por m2 y año (en una escala, de 20 a 90 €, según la zona), los industriales del puerto pagan a la Autoridad Portuaria (2011) entre 80 y 110 € por m2 y año, es decir, un 175% más que la media de la ciudad.

Menos mal que el President Bauzá, tal como anunció, tras su toma de posesión, colocó a "los mejores". Solo que en el caso que nos ocupa, ¡son los mismo de siempre!