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El pasado día13 tuve la fortuna de acudir al magnífico complejo cinematográfico Ocimax, para presenciar la retransmisión en directo desde el Liceo de "La Boheme", esa joya de la corona operística del gran Puccini. A la emoción del espectáculo se le añadió en mi caso particular otra inesperada, cuando en el primer intermedio se leyeron unas líneas en recuerdo de D. Vicente Macián, que nos dejó nos dejó el pasado 5 de marzo de 2011. Esta lectura tuvo además la virtud de reavivar mis recuerdos personales. Conocí al Padre Macián hace ya muchos años, a lo largo de ellos, mantuve innumerables charlas, en nuestros encuentros callejeros, en la redacción del diario "Menorca" y también en la celebración de las patronas militares, pues durante los últimos años sustituyó a otro añorado y querido sacerdote, que aunque era monseñor, siempre será recordado por mí y mis compañeros como "el cura Benítez". El Padre Macián y yo hablábamos de lo divino y lo humano y puedo asegurar que jamás le vi un mal gesto o una palabra fuera de tono, siempre en su rostro afloraba una dulce sonrisa, el afecto y respeto eran recíprocos y curiosamente al saludarme anteponía mi condición de ingeniero a la de militar, la última vez que hable con él, sus palabras finales fueron para felicitarme por ser el autor del Proyecto de la Base Militar de San Isidro, que él visitó muchas veces y que consideraba como una gran obra de ingeniería. Indudable es que el tiempo pasa, a veces demasiado deprisa, pero indudable es también que hay recuerdos que perduran para siempre, el Padre Macián en mi caso es uno de ellos.