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Los tiempos de Miami como escenario de corrupción combatida sin descanso por Sonny Crockett y Ricardo Tubbs, han quedado muy atrás. Miami se ha convertido en La Meca de los alcaldes menorquines en busca del crucero perdido. Àgueda Reynés y José María de Sintas no han dudado en cruzar el charco para tomar el pulso a un sector que contribuye a diversificar la oferta turística y que resulta especialmente atractivo en una isla declarada Reserva de Biosfera por cuanto el consumo de territorio y de recursos que lleva aparejado es reducido. En Miami se han puesto las pilas. El optimismo de Reynés cuando atendió este miércoles, a las luces del alba (norteamericanas), a Carlos Herrera, era innegable y a De Sintas le ha faltado el aire para reclamar los duques de alba que hagan "crucerístico" el dique de Son Blanc. Aunque todo son sonrisas, se intuye un duelo fratricida entre Llevant y Ponent, aunque quizás en este segmento del tráfico portuario sea posible la difusa complementariedad que debía marcar la convivencia entre el regio puerto mahonés y el "braç" ciutadellenc. Mientras, está por definir qué se puede ofrecer a los operadores que conviertan en realmente especiales las pocas horas que suelen durar las escalas.