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Tomarse un aperitivo en "Cales Fonts" es siempre una delicia. Y más si te topas con una magnífica mañana de un soleado sábado del mes de julio. Ese fue el día, hace ahora casi cinco años, en que el amigo Luis Barca y yo fuimos a recoger a Nicolás Redondo Terreros del hotel para mostrarle algún rincón emblemático de nuestra isla. Y recalamos en aquel rincón tan menorquín.

El ex Secretario General del PSE-PSOE del País Vasco había participado la noche anterior en uno de los Foros de Iniciativa Cívica Mahonesa (ICM). En su disertación el famoso dirigente socialista, persona sensata, centrada y bien informada (que ahora goza de una exitosa carrera de abogado en Bilbao al tiempo que combina su presencia en programas de radio con la presidencia de una asociación internacional de derechos humanos), defendió un gobierno de coalición para nuestro país. Después de analizar lucidamente la situación política, que ya entonces se tornaba muy difícil, convino en que la solución para desembarazarse de las ataduras a que someten los nacionalistas periféricos al resto del estado, era constituir una "Grosse Koalition" entre el PP y el PSOE. Esa misma idea fue también defendida en otras ediciones del mismo Foro de ICM por Alejo Vidal Cuadras (PP) y por la misma Rosa Díez (entonces eurodiputada socialista).

Han transcurrido unos pocos años y los resultados de la gestión de Rodríguez Zapatero han llevado a nuestro país al borde del precipicio. Su nula capacidad para enfrentarse al perpetuo chantaje de los insaciables fue lo que, entre otras cosas, llevó precisamente a Rosa Díez a abandonar el PSOE para fundar UPyD. Desde un mismo principio el nuevo partido defendió la reconstrucción del Estado en base no a unas obsoletas y ya superadas ideas de la transición del post franquismo sino desde la perspectiva moderna de poder acoplar una España igualitaria a una Europa unida.

Más allá de la crisis económica generalizada, en España convergen también una crisis moral y una crisis política. Los numerosos casos de corrupción han llevado a una desilusión por la cosa pública que lleva a las grandes cifras de abstención como acabamos de comprobar en las recientes elecciones de Andalucía y Asturias. Es imprescindible, por tanto, una recomposición ética. Por otra parte los excesos de los nacionalistas periféricos han transformado lo que en la transición se intuyó como una vía leal de integración en una desleal autopista para conseguir la secesión.

La solución es que los dos grandes partidos nacionales (PP y PSOE) converjan en una coalición democrática que regenere y reconduzca a España (¿podrían empezar por Andalucía y Asturias, no?). El Estado debe de recuperar la gestión de las materias básicas que conforman y unifican un país: la educación, la sanidad y la justicia. Y por supuesto debe de revisarse la Ley Electoral para devolver la igualdad de voto a todos los ciudadanos españoles. Solo desde un estado fuerte podrá España superar la crisis que nos atenaza. Las autonomías y los pequeños Reinos de Taifas deberán de ser revisados para dejarse ya de ideas medievales y poder entrar en la modernidad europea.


Notas:
- Causa vergüenza ajena ver como un grupo de maestros, encargados de la futura integración de los chicos menorquines en nuestro mundo globalizado, defiendan la imposición sectaria de una educación ideologizada. Con pretextos discriminatorios han conseguido que el fracaso escolar en Menorca ya casi sea legendario en España en estos últimos años. El daño que ha hecho la derrama ideológica de la UIB ha sido terrible.

- Que estos mismos maestros defiendan la imposición catalanista como única forma de cohesión social para nuestra isla choca con que los dos medios menorquines de comunicación escrita se publiquen muy mayoritariamente en castellano. ¿Creen estos maestros que estos medios descohesionan la isla?