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El Real Aeroclub de Mahón, una institución con más de 40 años de historia y que es la envidia de los aficionados a la aviación tanto españoles como extranjeros, sigue con la angustia de no saber cuál será su futuro. Sobre la entidad pesan dos amenazas que ponen en peligro su supervivencia: la injusta sanción de la Asociación Estatal de Seguridad Aérea, que asciende a 135.000 euros, y el proceso de reversión de los terrenos por parte del Ministerio de Defensa a los herederos de los antiguos propietarios prevista para finales de año. Si ambos procesos se culminan significaría prácticamente la muerte de unas instalaciones que pueden presumir de contar con la pista más larga de todos los aeródromos deportivos de Europa (1.852 metros). Por ello, las administraciones públicas deberían comprometerse para garantizar la continuidad de una infraestructura que, más allá de su actividad habitual como es la práctica de la aviación, escuela de pilotos o punto de encuentro para el aeromodelismo, tiene un gran potencial. En este sentido, puede desempeñar tareas como las que realizó de vigilancia y prevención de incendios, abrir más el abanico de competiciones que sean un foco de atracción turística o promocionarla como base para las personas que utilizan las avionetas como medio de transporte.