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Existen síntomas en la Isla de que la crisis está provocando el surgimiento de nuevas energías que han de ayudar a la transformación y al progreso. El Cercle de Economía es un ejemplo. Ayer presentó al presidente del Consell su documento de análisis y propuestas para la reactivación económica. Esta aportación de personas muy preocupadas por la situación insular debería servir para impulsar nuestras propias reformas internas, que no persigan los recortes del gasto, sino, al contrario, la unión de los esfuerzos en proyectos compartidos para la reactivación de la economía. El transporte aéreo encabeza la lista de las prioridades, sin embargo hay que completarla con otros frentes. El Consell tiene la responsabilidad de liderar este proceso, de no sucumbir víctima de una austeridad que castiga a Menorca de forma especial, y de arroparse con los apoyos que en forma de iniciativas de la sociedad civil van surgiendo como una esperanza para el futuro. La ilusión de los nuevos emprendedores, los movimientos vecinales reivindicativos, la agrupación de expertos son indicadores capaces de generar un optimismo, que nos aleje de un pesimismo y victimismo que corren el riesgo de convertirse en endémicos. Para ello hace falta que sus acciones encuentren eco.