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La verdad es que estoy tremendamente preocupado y, aviso, no hablaré de fútbol. Con la Liga prácticamente decidida, la hipotética final de la Champions en el limbo, la duda de la continuidad de Guardiola resuelta y ningún Barça-Madrid previsto a corto plazo, los españolitos estamos desorientados, anonadados, huérfanos de criterio y un poco tristes, para qué negarlo. Y las televisiones y los diarios, ni te cuento, amigo lector. Nos han gastado un montón de temas de golpe y porrazo y ahora ni nosotros sabemos de qué escribir, ni vosotros sabéis de qué hablar. Con la que está cayendo, la crisis y sus mil demonios, me da pena por Manolo, el que regenta el bar, cuya parroquia se quedará sin tertulia, teniendo que salir a la calle a fumar y sin el bla, bla, bla... Definitivamente, los dioses están en nuestra contra. Hasta aquí he sido irónico.

¿Por qué no nos sacamos la cabeza del culo y empezamos a preocuparnos por lo que realmente es serio? El país, o el mundo, según como digiera cada uno el germen de la globalidad, se está yendo a pique. Los recortes que tenían que ser finalmente han quedado en recortes, de recortes de los propios recortes. O sea, cuatro duros y mal repartidos. Porque mientras andábamos drogados hasta las cejas con 'superclásicos', Messi, Cristiano Ronaldo y la 'mare que els va parir' el número de parados ha subido, el precio de la gasolina ha subido, los impuestos han subido y lo único que baja es el sueldo. También han subido las ganas de mandarlo todo a tomar aire fresco .

La situación no parece que la vayan a arreglar ni unos ni otros. Ni los que mandan ni los que protestan. Ni a estas alturas el pueblo, que ya no sabe ni dónde meterse, ni qué hacer para que alguien haga caso a sus necesidades. La generación que ayer era la del mañana, la mía, nos encontramos con un problemón del que nadie nos había hablado. El pacto consistía en que nosotros nos labrábamos un futuro para llegar a tener un presente digno y lo único que hacemos es arrastrar un mal pasado que nos condena a no tener futuro. O, si lo tenemos, a marcharnos lejos. Estamos sobradamente cualificados, más que alguno de los que mandan, pero no tenemos experiencia, hemos crecido rodeados de abundancia y no sabemos lo que es luchar por lo que quieres, nos aseguran. Y lo curioso es que quien nos lo dice ha provocado todo esto. Eso sí, que nadie toque el fútbol. Hipócritas.
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dgelabertpetrus@gmail.com