Postal, que habla por sí sola, del costumbrismo menorquín ¿Chiessa?, con la que los mahoneses fuimos obsequiados como felicitación navideña en 2004, por el Ayuntamiento y su alcalde al frente, Arturo Bagur Mercadal

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El ser una chica mayor, jamás diría lo de la tercera… lo prohibió el profesor Aranguren en su famosa cena del Mediterráneo a principios de los ochenta, celebrada en el Hotel Port Mahón. Encuentro en el que se me dio el privilegio de sentarme a su derecha, para mí todo un honor, fue cosa de Juanita Pelegrí, tan querida por mis padres junto a los suyos, aquella admirada maestra que casó con Galmés de sa Caixa de Pensions, cuando enviudó, convirtiéndose en auténtica madre para sus hijos. Y si como maestra la valoramos con un 50, como madre y abuela le otorgamos un 100.

Como iba diciendo, el ser una chica mayor me da la oportunidad de decir infinidad de cosas y pensamientos sin temor. Mi intención al decirlas no son para herir a nadie ni molt manco, es que no veo ni encuentro la necesidad de ir a remolque de unos o de otros.

Ya se que más de uno, de dos y de tres me pondrán a morir. Es igual. Llegada la noche rezaré por todos ellos. La cosa es la siguiente:

¡Ay Mahón, Mahón de mis amores, si yo pudiera cambiarte!. Nos desprendimos de las murallas, la plaza del Bastión, de lo que debía ser la judería de nuestra ciudad, me refiero detrás de Santa María. De existir una canal que atravesara las calles, correría un riachuelo y no de agua pero sí de lágrimas de los habitantes, al ver su destrozo, enladrillados con baldosas de cocina y cuartos de baño o el nefasto gris de la cuesta de la Plaza. Y ahí me detengo, porque si tuviera que escribir con la atrocidad de la plaza del Mercado, precisaría de tres folios y no tendría suficiente. Los peninsulares y los entendidos se ponen las manos a la cabeza, y esto sin haber visto lo hermosa que era. En resumen un destrozo urbanístico que nos aturde, que los nacionalistas con sus hermanos del GOB, se hayan callado jamás han protestado, no han dicho ni "piu".

No creo, que ninguno de los alcaldes y sus concejales llegados a partir del año 1940, hayan subido al cielo. San Pedro, les debió leer la cartilla. Si bien hicieron cosas buenas, entre ellas el señor Biel Seguí con el Aeropuerto y lo mucho que aportó de su butxaca.

Y fue precisamente el autor del Aeropuerto, el iniciador del Polígono Industrial, y aquí quería ir a parar; equivoco el nombre, de industrial nada de nada, comercial sí. Otra vez he de nombrar el Ayuntamiento, dando licencias para llenarlo de comercios y qué ha sucedido. Antaño, al tener que comprar quatre claus ganxos, una bombilla , un colador, toallas, sábanas o un cubrecama, se iba a las tiendas del centro. Muchas de ellas , se vieron obligadas a cerrar por falta de clientela. Los mahoneses siempre con sus coches suben al Polígono. Dejando de lado la ciudad, el ir de compras conllevaba te pararas en la pastelería, per a un born de dolsos o a la farmacia per a un tub de aspirines. Sin darnos cuenta el Polígono se ha cargado a los comerciantes, "ses botiguetes" de toda la vida, que jamás volverán y eran tan importantes, otra manera de ganarse la vida.

Como dice el fielatero, ahora buscan maneras y motivos para que vuelvan a encontrar en el centro, un motivo de asistencia. "Antes, antes va dir en el canyot…"

Nos hicieron europeos, porque antes debíamos ser coreanos. Y empezaron a llegar cosas de fuera a precios baratísimos, sin calidad alguna. Los chinos, japoneses…, con sus tiendas de a cien, y los españoles, vendieron o traspasaron sus tiendas, para que ellos ocuparan el lugar, un altre disbarat.

Volviendo al Polígono y sus grandes superficies, sus grandes precios y sus baratijas, sus consejeros de markting que les inducen a ofertar cuatro cosas y que una vez introducidas en "es carrets d' empenyer" , van llenando a medida que pasan por las vías de enganche, sin mirar ni comparar precios y calidad.

Se me ha preguntado del por qué tantas veces hablo y me recreo con la tienda imaginaria de "na Cadireta Coixa". Pues sí señores, si hablo tanto de ello es como memoria histórica de lo que fueron las tiendas de nuestra ciudad, donde se encontraba de todo o de casi todo. Variedad de comestibles, leche, derivados, aceite, carburo, cal, mercería, libretas, tinta, lápices, gomas de borrar, pastillas de jabón d' oloreta, verduras, frutas, vinos, aguardientes, licores, galletas, chocolates, cigarrillos, cerillas. Punto de encuentro ideal para las vecinas. No hace muchas semanas ya hablé sobre esta especie de comercio. Jamás se olvidarán. De ahí que llegados los meses de verano, Semana Santa, Navidad, los que nos vienen visitando año tras año, los que verdaderamente aprecian nuestras cosas, nuestras verduras y frutas, nuestros embutidos trabajados o mejor dicho elaborados con tripas naturales y las especies frescas de la temporada, se dirigen a tres puntos determinados. Sa Botiga de S'Uestra, de Sant Lluis. A la de Trebalúger, d'es Castell y la popular Casa Villalonga, de Sant Climent. Estas tres familias, digo bien, las tres son continuadoras de un legado de sus mayores que se iniciaron amb quatre coses para abastecer a sus vecinos, han sabido adaptarse a los tiempos modernos, sin dejar de lado lo que heredaron, su dedicación exclusiva al cliente, con su esmerado criterio de lo que significa cliente. Siempre amables, siempre sonrientes, atentos, ofreciendo lo mejor de la Isla. Con algo tan importante para la mermada economía doméstica, como viene a ser la clave de la cuestión calidad precio. Dándose la casualidad que infinidad de productos incluso son mucho más económicos que los que se venden en el Polígono mahonés.

Al decir lo de las matanzas, he incluido a los Villalonga y ya se que ellos no las hacen, por el contrario más de cien años fueron líderes en venta de las consabidas especias, que nadie como ellos sabe de sus respectivas cantidades. Algo que en Mahón, correspondía tal menester a la tienda que se encontraba y aún hoy en la Raval esquina Carrer des Rector Mort.

También debo felicitar a otros productores del producto cárnico que a lo largo y ancho de nuestra Menorca elaboran con gran profesionalidad, lo de hoy tan solo se trata de un reconocimiento a "ses botigues", que me da la sensación la gente pretende dar el espaldarazo por las grandes superficies. Añadir "sa botiga des Molí de Sant Lluís", regentada por un matrimonio muy querido por esta servidora, en Toni i na Tonia, continuadores de Ca'n Faustino, las carnicerías del pueblo con su pollería y la pescadería, dando popularidad a la venta personificada, haciendo que muchos mahoneses se desplacen al lugar. Por supuesto no puede faltar Carreras de Sant Climent, y alguna más habrá "des rodol", entre ellos el d'Es Castell.
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margarita.caules@gmail.com