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Unicef ha centrado esta semana el interés en el incremento de los casos de pobreza que afectan a los menores. Familias que padecen una gran escasez de recursos no pueden atender en condiciones a los niños. A menudo es una pobreza que se disimula, que intenta no hacerse pública para evitar el desprestigio social. Sin embargo, los centros escolares y los servicios sociales deben estar alerta sobre estas situaciones. Los educadores detectan un aumento del número de niños que sufren esta problemática, incluso en la cobertura de sus necesidades básicas de alimentación, ropa e higiene. En algunos casos, el problema no llega a los centros escolares. En este momento se constata una reducción de las matrículas en las escuelas infantiles. No es una consecuencia de la evolución de la población infantil, ni de que existan algunos centros con poca demanda, sino de que hay familias que no pueden afrontar el coste que representa la matrícula y prefieren que los niños se queden en casa, sobre todo si algún miembro se encuentra en el paro. La afectación de la pobreza a los niños está creciendo y es necesario llevar a cabo una acción preventiva y facilitar el acceso a las escuelas de quienes tienen pocos recursos.
Hay que estar atentos.