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Allí donde no llegan las administraciones públicas están entidades como Caritas para dar una respuesta solidaria a las personas en situación de precariedad o exclusión social. La grave crisis económica que sacude España, y de la que no se salva nuestra Isla, se traduce en un sinfín de dramas individuales que se esconden tras las frías estadísticas. El número de personas que necesitan apoyo para llevar una vida digna ha crecido de forma alarmante en los últimos años. De hecho, Caritas Diocesana de Menorca ha comunicado que se está viendo desbordada por la demanda de atención social. Esta situación, que quedó reflejada en la asamblea que la entidad de la Iglesia católica celebró el pasado viernes, unida a la falta de ayudas ha motivado que Caritas haya tenido que modificar sus proyectos, fijando su prioridad en dar amparo y buscar soluciones a los que llaman a su puerta buscando ayuda. La entrega generosa, el esfuerzo e ilusión que cada día muestran los equipos de voluntarios de las parroquias es un ejemplo para el resto de la sociedad y ha de invitar a la reflexión colectiva sobre lo que se está haciendo y en lo que se falla a la hora de paliar las dificultades de los que menos tienen.