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Aún me siguen sorprendiendo las reacciones de los árboles y las plantas. Sembradas con su luna correspondiente, cuidándolas con mimo, dándoles el agua precisa y sin saber porqué, un buen día, observas que té malaltia, en un santiamén se muere i "per avall, Paco". Mientras en ocasiones, sin observar luna ni un cap de llamp, la plantación que has hecho a la buena de Dios, florece esplendorosa, sin bichos ni nada que se le parezca. Como dice el fielatero, son secretos de la madre naturaleza.

Éste es el caso que se dio en febrero, con la luna creciente se acostumbraba a sembrar algunas legumbres, pepinos, "l'avi" trasplantaba naranjos y limoneros, tal cual llegado el segundo mes del año las mujeres "des talaiot de Trepucó", realizaban el trabajo como un ritual de fidelidad. Mas hete aquí, que llegó febrero, cambió la luna y nunca tan bien dicho, las del talaiot estaban en la luna de Valencia, al darnos cuenta del olvido ya era demasiado tarde, se encontraba en el menguante y con ésta con la que es beneficiosa para herrar parras, podar árboles, podar las viñas, llevamos a cabo lo que debía estar hecho, y miren ustedes por donde, es de las añadas que se presentan molt bones. Todo ello nos hace sentir felices, observar como van floreciendo las "hortansses", las hojas de ángel, las malvas y los geranios, las cintas de novia y las calas. No olvido los rosales, se encuentran en su esplendor al igual que las enredaderas, la que hemos eliminado es la hiedra, nos resultaba imposible poder controlarla. Entre flores y recuerdos de pasados meses de María, cuando los cánticos infantiles y las ofrendas florales a la virgen resultaban preciosas, montando altares, repletos de estampas y frascos de cristal llenos de flores.

Aquella noche antes de acostarnos, hablamos de todas estas cosas. De la llegada a la finca del rector de nuestra parroquia junto a un monaguillo, bendiciendo la casa , establos y las dependencias des senyors, a cambio se le entregaban huevos, algo de queso y embutidos, incluso en ocasiones quedaban a comer. Añoramos aquel ritual, el que corriera el agua bendita en los dormitorios, como señal de buen augurio.

Fue Praxèdies, que recordó la procesión del Corpus, la del Sagrado Corazón de Jesús, la de la Virgen del Carmen en que las monjas carmelitas, lucían sus capas de lana en tono marfil, en contraste sobre sus hábitos marrones color del Carmelo. En aquella procesión se exhibía el estandarte de Santa Teresita del Niño Jesús.

A todas ellas acudimos, pero sin duda la que jamás se olvidará fue aquel 1952, vestidas de comunión. Con la cestita de mimbre forrada de blanco repleta de pétalos de flores. Con esta charla nos despedimos, fins demà si Déu vol.

Con lo dormilona que soy, con lo fácil que me resulta quedar como un xot, me costó. Sería a la hora de la dama del alba cuando todas aún dormían, me levanté para escribir el artículo que están leyendo en estos momentos. Tal vez la hora fue desmesurada, la gata dormía sobre su manta, la de mil colores que le confeccionó Quica, a punto de ganchillo, la que cubre un mullido trozo de espuma de ca's matalasser.

El viejo Marco Polo, hizo un bostezo, cuánto tiempo sin hablar de él, está viejo, pero es tan querido, se le mima como cualquiera lo hace a un ser querido. La preferida de la casa es na Mel, cariñosa, lista, entiende cuantos gestos hacemos, acompañando a "l'avi" en su paseo diario por el camino de la Vigia, hasta llegar a lo alto de la misma, divisando el mar. Durante el trayecto, entra y sale de cuantas "tanques" va encontrando, cruzándose con ciclistas y excursionistas a pie y a caballo.

El madrugón, se produjo por un repentino despertar al soñar con el día de la primera comunión. Me acosté pensando con la de Gibet, una preciosa niña de diez años, hija de mi ahijado Nito Ametller Pons y su esposa Isabel Bosch, al igual que el mayor de la familia en Joan, ha comulgado en la iglesia de Sant Antoni Mª. Claret. Si aquel 10 de mayo del 2010 goce del acto, en esta ocasión se ha vuelto a repetir. No recuerdo exactamente cuántos niños se acercaron al altar para recibir a Jesús Sacramentado, pero el acto fue inenarrable, el sacerdote a los que todos llaman en Bosco, es considerado por los chiquillos com un conco, alguien muy propio, con un carácter muy adecuado para la iniciación a ir por el camino que conduce hacia Jesús. El reverendo Bosco, es ameno, paciente, encantador con el trato a chicos y mayores, convirtiendo el acto litúrgico en algo lleno de encanto y ternura.

Me encantan los niños, desde siempre. Su inocencia, el verlos jugar, cómo se desenvuelven, sus preguntas, cómo se van haciendo mayores. Estos, mis sobrinos nietos, Juan, Gibet i Pere, son preciosos, alegres, educados, criados junto a la naturaleza, es una delicia verlos bailar el fandango con su madre, jamás protestan al tener que ir a los ensayos, todo lo contrario se aúnan en el grupo folklórico al que pertenecen y que, por cierto, el día de la comunión les dedicaron fandangos y jotas al más puro estilo pagès.

Podría escribir mucho más sobre el tema, pero dejo el espacio para que ustedes comprueben la veracidad de mis palabras, al halagar a mis niños, los Ametller Bosch.

Posaron en la playa de Son Saura, playa del alma, la que fue mudo testigo de mi familia materna, payeses del predio de Son Tarí, muy cercano al majestuoso arenal, con su pinar.
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margarita.caules@gmail.com